Revista Talentos

La cura Schopenhauer

Publicado el 05 octubre 2012 por Jramallo Dr R

La cura Schopenhauer

Nada puede ya alarmarlo ni emocionarlo. Ha conseguido cortar los hilos de deseo que nos atan al mundo y nos arrastran y zarandean (llenos de nerviosismo, anhelo, miedo e ira), causándonos constante dolor. Ahora sonríe y contempla sereno este mundo fantasmagórico con la indiferencia de un jugador de ajedrez al término de la partida. (El mundo como voluntad y representación)*

Es feliz el hombre que puede evitar, de una vez para siempre, relacionarse con un gran número de sus semejantes. (Parerga y paralipómena)

Para una mujer, limitarse a un solo hombre en el breve período que dura su auge es algo antinatural. Sin embargo, de ella se espera que guarde para uno solo lo que muchos otros desean. El hombre tiene demasiado en cierto momento, y muy poco al final. La mitad de su vida los hombres son puteros, y la otra mitad cornudos. (El mundo como voluntad y representación)

Si no queremos ser un juguete en manos de cualquier bribón ni objeto de burla de cualquier necio, la primera norma es ser reservados e inaccesibles. (Manuscript Remains)

A los treinta años estaba completamente harto de tener que considerar mis iguales a individuos que no lo eran en absoluto. Mientras un gato es joven, juega con bolas de papel porque las cree vivas y las considera similares a él. Así me ha ocurrido a mí con los bípedos humanos. (Manuscript Remains)

El hombre de talento es como un tirador que da en la diana que otros no alcanzan a acertar, mientras que el hombre de genio da en la diana que otros no alcanzan a ver. El genio arremete contra su época como un cometa en el camino de los planetas. No puede ir de la mano del curso regular de la cultura: al contrario, sus obras se proyectan muy por delante. ( El mundo como voluntad y representación)

Deberíamos ser indulgentes con las locuras, fracasos y vicios humanos, habida cuenta de que lo que tenemos ante nosotros son simplemente nuestros propios fracasos, locuras y vicios. (Parerga y paralipómena)

Yo no he escrito para la muchedumbre. Entrego mi obra a los individuos pensantes que en el transcurso del tiempo aparecerán como raras excepciones. Ellos sentirán lo mismo que yo, o lo que siente un náufrago en una isla desierta, para quien el rastro de alguien que ha sufrido lo mismo que él consuela más que la presencia de todas esas cacatúas y monos en los árboles (Manuscript Remains)


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