Y en efecto, nuestro luminoso y claro planeta adquiere cada día tonalidades cada vez más oscuras y densas, sin darnos cuenta, estos cambios en su tonalidad afectan de manera espiritual a nuestros sistemas de creencias.
Si recordamos un poco, la teoría de Gaia dice que nuestro planeta es un ser vivo, y por consecuencia está impregnado directamente de la energía de la Gran Madre, es decir, la Gran Natura. Ahora, la Gran Madre, la Diosa, tiene más de una faceta: la benévola y dadora de vida (que se integró a varios sistemas religiosos y que ha predominado durante cientos de años) y la Guerrera, dadora de muerte y puta, que se condenó al olvido.
Nosotros con toda la serie de cambios negativos e incluso con nuestras propias energías, estamos realizando una invocación nefasta, estamos despertando las energías de esta Diosa Guerrera, de la Diosa oscura, de la Diosa de Muerte, al cambiar su aura clara por una densa llena de contaminación y humo; estamos contribuyendo a una invocación que luego no podremos ni controlar ni frenar, pues el ciclo una vez iniciado tiene que concluir.
Este despertar de la Diosa Oscura nos vuelve oscuros a nosotros, nos vuelve guerreros negros y hace que perdamos la luz de nuestro interior; y no es que esta faceta este mal o que no deba ser invocada, sino que no debe prevalecer por mucho tiempo, pues de ser así, a lo que nos llevaría sería a la Destrucción y el Regeneramiento, solo que nada de lo existente, estaría en ese nuevo renacer.
Aún no entramos por completo en la Era de la Gran Madre, luchemos para que cuando ese momento llegue no sea la Madre Oscura la que reine, y movamos nuestras propias energías, canalicemos, enseñemos, curemos, actuemos...
No existe mejor momento que el aquí y el ahora...
Que la Gran Madre derrame luz sobre todos aquellos que lean y compartan este mensaje.
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