—Pareces adoptado, no te pareces a tus padres. Bueno, físicamente sí, pero no en el carácter.
Él lo aceptó:
—¿Sabes? Creo que estoy en una encrucijada. Porque nuestros hijos tampoco se parecen a mí.
Ella lo tranquilizó:
—¡Bah, no te preocupes! Lo llaman brecha generacional.