La Estrella

Estrella

Tras un largo y agotador viaje por el espacio infinito, llegué al destino señalado: La Estrella. Ver y apreciar su magnitud fue maravilloso.  Allí estaba, en su imponente esplendor.  Este sueño se hacía realidad.  Mi corazón latía con tal fuerza, que pensé que explotaría en mil pedazos. Descendí  de la nave con paso apresurado. Ansiaba estar cerca de este enigmático astro, conocerle a plenitud.  No podía controlar tal emoción.  Al ir avanzando, aparecían pensamientos con imágenes y letras que iban y venían; eran las imágenes y letras procedentes de los manuscritos que guardaban los secretos de su sabiduría.
La senda que conducía al interior de la estrella era acogedora; iba confiada. El camino estaba  iluminado por una luz tenue, de color celeste. El magnetismo emanado de su interior, me atraía y arrastraba con suavidad.  Sonaba música con acordes sensuales.
La estrella tomó poco a poco mi  frágil cuerpo, hasta envolverlo entre su masa suave y caliente. Su sugestivo aroma penetró por los poros de esa fragilidad, hasta conducirlos al paroxismo de los sueños. Habló con voz ronca, en un lenguaje creado con un código especial que entendí de inmediato; su tono era íntimo y cariñoso.
Nunca había experimentado tanta dicha. Estaba en un plano superior al jamás vivido. Mis sentidos vivían sensaciones que hacían que volara por los vericuetos de la felicidad. Comprendí el secreto de su sabiduría. Propuso unir nuestras almas. Acepté. Desde este mágico lugar, les he contado mi historia.