Revista Diario

La ilusión del control

Publicado el 20 octubre 2012 por Alxndro @al_x_ndro

¿Alguna vez te has detenido a reflexionar cuánta de tu energía destinas a intentar controlar algo o a alguien?

Sí, veamos, cuando deseamos algún resultado particular es usual confeccionar un plan de acción para obtener lo deseado. Consideramos todo lo que conocemos sobre dicha situación o persona, contemplamos fortalezas y debilidades; imaginamos escenarios, las conversaciones más convenientes. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debe hacer el otro? ¿Qué debemos esconder, qué debemos mostrar? ¿Qué debe pasar? Todo gira alrededor de encontrar la manera de obtener lo que deseamos, y más aún, a veces parece que más que al objeto de nuestro deseo, lo que queremos es tener la capacidad de poder generarlo por simple voluntad.

Queremos control sobre lo que nos sucede, queremos aprender a manipular la realidad. Después de todo no es agradable que sucedan cosas que no nos gustan, es mejor evitarlas y, si es posible, tornarlas en algo (relativamente) bueno y placentero.

Queremos un nuevo puesto. Queremos vernos mejor. Queremos un coche nuevo. Queremos que ese chic@ salga con nosotros. Queremos más dinero. Queremos que los otros nos traten como deseamos. Queremos seguridad y certeza.

Y bueno, estos deseos involucran, en mayor o menor grado, el control de la gente y las circunstancias. Y esto está basado en una falta de sinceridad hacia nosotros mismos en varios sentidos:

0. Tenemos una idea exacerbada de nosotros mismos, nos damos un valor falso y postizo que justifica cualquier acción (y precisamente por eso nos permitimos tener dicha idea). Fallamos en ver que todo en el mundo está increíblemente relacionado y nuestro beneficio acarrea perjuicio para otros, el cual eventualmente puede volver a nosotros con una nueva forma.

1. No somos abiertos con lo que en verdad queremos, disfrazamos nuestras intenciones, no las mostramos a cielo abierto. Fingimos, engañamos, deformamos; nos avergonzamos de ellas. Probablemente porque, en uno u otro plano, sabemos que lo que queremos es abusivo, sabemos que la gente no lo aceptaría voluntariamente; o puede que estemos convencidos de que no merecemos lo que deseamos.

2. El control y la manipulación son falsos, sólo son posibles porque el otro lo acepta, es un juego, el verdadero poder está en quien (o lo que) se deja controlar (y sólo lo permite en cierto contexto, en una situación frágilmente específica). Jugar es voluntario, no hay control absoluto.

3. El futuro siempre es diferente a lo que suponemos, si revisas tu experiencia puedes confirmarlo: la precisión de nuestras predicciones es considerablemente limitada. Siempre hay algo que escapa de nuestro control o nuestras posibilidades. No podemos abarcarlo todo y no creo que estemos aquí para eso.

Rara vez lo que queremos tiene la forma que suponíamos, eso es porque más que algo concreto, lo que solemos desear son experiencias, y las experiencias tienen tantas variables que no se pueden controlar. Además, en el camino de obtener lo que deseamos, aprendemos cosas insospechadas que cambian la perspectiva de lo que queremos. El futuro, en términos prácticos, es sólo una nube de suposiciones.

4. No deseas en verdad control. No realmente. ¿Qué objeto tiene saber lo que va a suceder y la manera en que va a suceder? Si puedo desear algo, y tenerlo al siguiente momento tal y como lo deseo siempre y cada vez ¿dónde está lo interesante y divertido? En ese escenario, ¿por qué desear cualquier cosa? Si puedo tenerlo todo, no existe motivación alguna, nada puedo aprender porque sólo estoy yo y yo decido todo, estoy solo en un mundo muerto que no puede interactuar conmigo. Lo rico de la vida no está en aprender a manipularla y controlarla, sino en descubrir como se desenvuelve con nosotros.

El control y el poder son historias que nos contamos que queremos vivir. Historias egoístas en un mundo repleto de otros seres; que nos hacen ser falsos y mentir sobre quiénes somos; son intentos por lograr algo que no existe en la naturaleza; están basadas en suposiciones, son recursivas, no existen fuera de sí mismas. Son ilusiones, nada en ellas es real. Déjalas ir.

¿Qué pasaría si en vez de ese deseo por controlar, decidieras compartir algo?
Entre nosotros, para obtener lo que deseas, primero tienes que darlo.

¿Qué pasaría si en vez de casarte con lo que quieres tener, te enfocaras en cómo te quieres sentir?
A fin de cuentas lo que en verdad anhelamos es tener ciertas sensaciones y experiencias, todo pasa y los recuerdos son lo único que se quedará con nosotros.


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