Revista Talentos

La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capítulo 7)

Publicado el 29 octubre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro

 La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capítulo 7)


Desafío: escribir que pasó con Virginia en el momento idílico, hermoso y reluciente de esos meses. Si usted esta leyendo esto o mirando la película que algún audiovisualito hizo y está esperando sexo, vayase de aquí, ponga Isat o use Internet. La más maravillosa de las maravillosas historias de amor (capítulo 7)Es una tarea muy difícil contar el amor y como se van sucediendo las cosas, como vamos dando pasos, uno camina sin pensar, la mayoría de los recuerdos se borran. Otra cosa que aprendí después de reiterados fracasos y películas de Hugh Grant: las cosas no hay que pensarlas, hay que dejar que fluyan y creer profundamente en que van a funcionar. Los amores perfectos, las noches perfectas, los partidos perfectos no son material de recuerdo, todo lo que la humanidad cree que vale la pena contar y recordar son los accidentes, demoras, confusiones, las  decisiones mal tomadas.

Fueron meses muy intensos. Al principio íbamos con cuidado, nos veíamos en lugares alejados como Urquiza por ejemplo. Luego pasamos a conocer las casas correspondientes con sus interrogatorios y momentos incómodos. El bancario que entre historias de banco metía alguna anécdota de su niña muy niña meandose en la cama o preguntando como vienen los bebes. Gajes del oficio otra vez, el de niño hacer esas cosas, del banquero repetirse una y otra vez. Kundera, La insoportable levedad del ser, presente. En mi casa fue un poco más interesante, tal vez porque no estuvo el aburridor serial del bancario. Mi abuela la ignoró casi por completo. En principio ella insistía que tenía que venir el jueves y  Vir vino un martes. Cosas de viejas. Carmela, que me sabía enamorado y me cantaba una canción que no recuerdo en la que yo estaba sobre un árbol con Virginia, tomó la posta. Presentó a sus juguetes, a sus insectos, le contó que papá no había ido al cielo y le toco las tetas, momento en que la envidié profundamente. El momento culmine fue cuando le preguntó a Vir, cara de piedra, si íbamos a tener bebes porque ella quería un hermanito, cosa que me dejó en claro que ella no tenía muy bien definidos los lazos familiares. Y me vengo a dar cuenta ahora que lo escribo que ella me veía como un padre tal vez, menudo elogio. Las tardes se alargaban en la maderera sin verla. El yuppie estaba enojado por mi imprecisión enamoradiza. Amenazo con echarme varias veces, acá hay cola para trabajar,boludo. Pensaba todo el tiempo en ella, en sus caricias, en como impresionarla. Todas las canciones me parecían bellas, hasta cuando la abuela ponía a Julio Sosa. No escribía mucho, pero a esta altura del siglo bien sabido es que el amor no es un buen momento para ello. En mi caso la teoría se comprueba. Aunque no fue prolífico, lo que escribí después de cada separación me sirvió para sobrevivir esas  separaciones. Soy perezoso pero también vivo enamorado y eso me juega en contra. Me desvié, vuelvo a esos meses. Decía que me la pasaba pensando en ella, cuando la veía necesitaba veinte minutos para sacarme la cara de bobo, de admiración, de pajero.En cuento a esto, olvidé contar que Carmelita sin sonrojarse le contó a Virginia que me pasaba mucho tiempo en el baño con unas revistas. Vuelta al amor, merendabamos, cenábamos pero no logramos desayunar juntos. Este tema me preocupaba muy poco comparado a lo orgulloso que me sentía de andar por el barrio agarrado a esa hermosura. A pasar por la puerta del mecánico y que vea que me la birle, que me vaya a buscar a la maderera y demostrarle al yuppie que podía ser feliz, de que el viejo Macías me dijera que me había acostumbrado a comer caramelos sin pagar. 

Nos llegó el invierno y a ella le sentaba mejor. Se le ponían los cachetes colorados, se me apretujaba en el colectivo. Una o dos veces me hizo una escena de celos con Noelia, amor comprobado. Los celos, llegué a su corazón, soy suyo. Por pura reciprocidad, le hice una escena pero no me salió tan bien, me salió muy actuado. Tal vez el miedo a que se enoje y raje fue demasiado, no pude desenvolverme. Yo no era celoso, cuando tenés poco de pibe te acostumbras a compartir, que no se malinterprete, no estoy de acuerdo en compartir a las mujeres, aunque algunas veces me haya sucedido consensuada y no tan consensuadamente. Sino que no la veía como una posesión a ella.Hombre de conurbano atípico, moderno, honesto. Pero es la realidad, yo era lo que ella quería que fuera como le pasa a todos los hombres, perdón si estoy revelando un secreto de la logia del genero pero estoy en mi deber intelectual de escribir cosas interesantes. Además, si usted es hombre sabe que esta es una historia que está apuntada a las mujeres, de ninguna manera los machos están interesados en temas nimios como el amor. Eso se lo dejamos a Richard Gere o a Arnaldo Andre, nosotros Chuck Norris, Rocky y Patoruzú. Si no dejó de leer aun siga hasta el final, ya perdió bastante tiempo como para terminar de tirarlo a la basura. No tuvimos un momento mágico en el que nos decíamos que nos amábamos puesto que yo me había adelantado a decirlo aun cuando casi no la conocía. Si tuvimos besos lindos en plazas, en el río, en bares, en restaurantes, en recovecos y hasta en una avenida comercial en pleno día. En el cine también nos besamos, veíamos una con Robin Williams, yo lo odiaba pero me calle, ella lo amaba y se reía con la cara de pelotudo del tipo. El cine lo separo de los otros lugares para postular que sin lugar a duda los cines y los micros son los lugares donde un hombre se excita más, corriendo riesgo de sufrir un accidente, cosa que pasó esa tarde en el cine de la avenida Cabildo. Virginia, señorita, soportó mi vergüenza con entereza y nunca más mencionó el tema. Esos meses abandoné un poco a Carmela, que cambió la amistosa bienvenida a Virginia por maldades inocentes como decirle que era fea o no saludarla. Yo la ligué de paso, me eliminó de los dibujos e hizo que el oso fuera hincha de independiente y radical, cosa que cambió cuando amenace con despanzurrarlo, en un hecho que motivo llantos varios. La abuela cocinaba menos, no se si por vieja o porque yo ya no estaba tan presente.Escuchaba mucho a Atahualpa Yupanqui ese tiempo, vaya uno a saber porque.
Esto es todo lo que tengo que decir sobre lo acontecido en mis meses con Virginia. Algunos recuerdos me los guardo para mí, por intimos. Sólo puedo decir que la ame y mucho, que todo lo que había leído del amor estaba ahí y después no estuvo nunca mas, que nunca volví a sentirme así, a desear así, a pensar así ni a actuar de esa manera. Me estoy poniendo mal y todavía no llegue a la parte donde me dice que se terminó, creí que estaba listo para contarlo, como siempre el destino hace fracasar los planes y detenta su mesianismo. ¿Es la lejanía del tiempo la que me hace pensar que no se puede volver a amar tanto? Extraño tanto todo, en el futuro todo es peor, siempre.

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