Revista Talentos
Estaba obligada a ser la madre perfecta, la jefa sin corazón, la esposa cordial... Su rostro cambiaba según el momento del día. Vistiendo tristeza cuando despedía a sus hijos. Pintada de crueldad destrozando a su equipo. En algunos instantes eliminaba las caretas y los disfraces y, entonces, irradiaba pura realidad.