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La Maternidad de la A a la Z: D de Daniela

Publicado el 31 julio 2013 por Conmdemamá @CONMDEMAMI
La Maternidad de la A a la Z: D de Daniela
Conocida por todos o casi todos como Pichu, 
La Maternidad de la A a la Z: D de DanielaDANIELA es la niña de mis ojos. Es mi corazón bonito, mi vida entera, mi tesoro, mi trocito de cielo, mi alegría de vivir, mi princesa, mi niña bonita, mi pequeña estrella... Y sí, ahora es todo eso junto a mi Rubiazo. Pero nadie le quita el mérito de ser la niña que me convirtió en MADRE. La niña que me dio la oportunidad de madurar "a otro nivel" y pasar a otra dimensión.Desde el momento en que sentí que estaba embarazada, sin prueba de embarazo de por medio ni visita al ginecólogo, supe que eras tú, DANIELA. Y a pesar de que nos tuviste jugando al escondite hasta que ya no podía ser más evidente que eras UNA garbancito, y que incluso habías querido jugar al despiste haciendo que hasta el mismo doctor se inclinara a pensar que había "chufa", yo sabía que eras tú. Soñé tu cara dos veces. Tu cabeza pelona y tus ojazos azules color cielo. Tu mirada profunda, curiosa, siempre expectante. Y así, como yo te había soñado, fue como todos te vimos llegar y todos te vemos crecer.Nuestra conexión fue brutal desde el principio. Yo no podía dejar de comunicarme contigo, acariciándote, hablándote y cantándote canciones que luego, una vez fuera de mi útero, curiosamente, reconocerías y te calmarían al instante. Canciones que aún me pides cuando estás "mimosa conmigo", como tú misma dices.Algún día, cuando seas más mayor, te contaremos por qué tu llegada a mi vientre fue tan especial, por qué te llamábamos "nuestro milagrito", por qué antes de nacer ya eras la niña de nuestros ojos, especial y única... Algún día que, quizás, ya no queda tan lejos porque te haces mayor a la carrera, maduras a un ritmo pavoroso, y eso debe ser por la capacidad tan grande que tienes de observación, por tu curiosidad innata, tus ganas de beberte la vida a sorbitos y de disfrutar de cada uno de ellos, tu interés por todo y todos los que te rodean, tu persistencia para conseguir aquello que te propones, tu ansia de superación, tu capacidad de adaptación, tu inteligencia, tu picardía, tu desbordante imaginación comparable a la de cualquier escritor de bonitos cuentos, tus ratos de subirte a la parra y quedarte en ella tan a gusto que ni oyes cuando se te llama, tus locuras, tu versatilidad, tu dulzura, tu gran corazón, tu nobleza, tu bondad natural, tu genio y figura (que los tienes, sí), tus canciones inventadas, tus "palabros" de nueva creación, tus bromas a toda hora, pero sobre todo, tu capacidad ilimitada de AMAR. TIENES EL CORAZÓN DE UN HADA.
La Maternidad de la A a la Z: D de Daniela

Me gusta perderme en tu mirada azul, limpia, pura, inocente, grande, mejor inmensa, intrigante y despierta. Me enamora tu sonrisa, a veces dulce y a veces pícara, pero siempre sana, sin maldad y sin dobles intenciones. Eres luz, DANIELA. Y es una suerte que proyectes esa luz sobre nosotros.

La Maternidad de la A a la Z: D de Daniela

No llegas a los cuatro años y, sin embargo, tengo muchos motivos por los que admirarte. Uno de ellos es la memoria impresionante que tienes, casi fotográfica, diría yo, porque sorprende la manera en que con toda naturalidad nos cuentas algo que ocurrió hace mucho tiempo (en proporción a tu corta edad) o datos de esos de los que ni yo misma sería capaz de recordar. Y si hablamos de tu capacidad de crear, de tu inventiva, tu magia al jugar, me quedo corta si digo que eres la niñez hecha persona. ¡Y eso me hace sentirme plena y feliz! 

Y si pienso en el AMOR con que miras, cuidas, proteges y mimas a tu hermano, entonces directamente se me derrite el corazón. Has cedido parte de tu espacio y protagonismo al Rubiazo sin más, porque sí, porque un buen día supiste que ibas a convertirte en hermana mayor y tuviste la valentía de aceptar ese papel a ciegas, con todos sus pros y sus contras, y por tu cuenta y riesgo hilaste una fina cuerda que te unió a tu hermano pequeño desde el momento en que te dimos la noticia. Es indescriptible el orgullo que siento al veros juntos, disfrutando de vuestra COMPLICIDAD sin límites. 
La Maternidad de la A a la Z: D de Daniela

Gracias por hacerlo tan fácil, y también por hacernos aterrizar cuando reclamas nuestro cariño y atención en determinados momentos en los que, evidentemente, tu generosidad se frena para dar paso a la naturalidad de la relación fraternal, y aparece una pequeñísima muestra de celos, que más que celos es, eso, el grito de "¡pero no os olvidéis de mí!". Tranquila, pequeña, te aseguro que eso es imposible.

Me asombra cómo te emocionas con las pequeñas cosas que nos da la vida, con canciones, con situaciones, con determinados momentos... Y me hace sentir pequeña a tu lado que tengas la capacidad de exteriorizar a través de lágrimas esas emociones. Eres un alma pura. Y te admiro.
Desde bien pequeña has sido observadora, y allá donde vas clavas tus inmensos ojos azules, sedientos de mundo, de aventuras y experiencias, y no pierdes detalle de lo que te rodea. Pagaría por saber a la velocidad que procesa todo tu cabecita, porque estoy convencida de que es casi, casi a la velocidad de la luz. Y luego, claro está, llegan las preguntas. Preguntas inocentes pero inquisitivas, sobre cualquier cosa de las que observas, sobre las cosas que oyes, cuando los adultos, que pecamos de idiotas cuando creemos que no os enteráis, hablamos de más, o simplemente de las cosas que te intrigan: desde qué animal es un pulpo, pasando por cómo funciona el ordenador hasta por qué nos morimos las personas cuando somo viejas. Y, ¿sabes? nunca se me ocurriría contestarte con un "porque sí/porque no"... Tú necesitas respuestas, necesitas saber para seguir absorbiendo vida, y no seremos nosotros quien te cortemos esas valientes alas que tienes, pequeña DANIELA.
El día que llegaste a nuestra vida, a mi vida, me hiciste la mujer más feliz del mundo porque ME HICISTE MADRE. Jamás olvidaré tu mirada profunda y llena de vida cuando te pusieron sobre mi pecho, jamás. La recuerdo vívida, como si acabará de suceder. Tampoco me será difícil recordar cómo se han clavado tus lindos ojos en los míos siempre, y cómo desde el minuto 1 de vida me has dicho tantísimas cosas con ellos. La complicidad que se fue tejiendo conforme tú crecías en mi útero se ha extendido hasta hoy como una tela de araña gigante, suave y fina, y a la vez resistente ante cualquier embestida inoportuna. La magia que creamos, casi sin querer, nada más te agarraste a mi útero con fuerza es el regalo más preciado que puedas haberme dado en esta vida. 
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Y yo sólo espero estar a la altura, no fallarte nunca y ser la madre que tú, mi dulce DANIELA, te mereces. Esa madre que te dará todo el amor, el cariño, la protección, el cuidado, el apoyo y el respeto que necesites para seguir creciendo feliz, segura de ti misma y de tus pasos, sensible, dulce, cariñosa, creativa y divertida hasta decir bastante, noble, inteligente, optimista, con los pies en la tierra y un brazo tocando el cielo... pero sobre todo, BUENA PERSONA. Esa madre que, con el corazón encogido, te verá volar del nido algún día orgullosa de tu majestuoso batir de alas y aplaudirá cada uno de tus movimientos.

Querida hija, deseo que la vida te trate bien, porque no te mereces más que bondades, y que todos los obstáculos que encuentres, que los encontrarás, sólo te sirvan para superarte, madurar y crecer. Yo siempre, siempre estaré a tu lado, en la sombra, discreta, esperando por si necesitas mi mano, pero sin entorpecer tu camino, pues, mal que me pese, tú serás quien tenga que tropezar para levantarse con más fuerza... Me tendrás siempre, orgullosa de verte superar cualquier dificultad, con o sin mi ayuda. Estaré SIEMPRE.

Mi pequeña Pichu, TE AMO. 

TE ADORO. 
TE QUIERO. 
TE ADMIRO. 
GRACIAS POR CONVERTIRME EN MADRE. 

HASTA LA LUNA Y VUELTA...



CON M DE MAMÁ y D de DANIELA

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