Revista Literatura

La nave estelar

Publicado el 30 junio 2013 por Ludwig

La nave estelar«Estos son los viajes del Enterprise, en continua misión de explorar extraños, nuevos mundos, y de buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, viajando audazmente a donde nadie ha llegado antes»
El capitán entró en el puente.
-¡Atención, el capitán! - todos se levantaron y adoptaron posición de firmes, salvo los pilotos que continuaron sentados frente a sus consolas.
- Por favor, escúchenme - dijo el capitán irritado -. Las cosas han cambiado en esta nave. La Innombrable ha comprado el Enterprise y ya no se trata de un nave militar. La Federación no tiene mando sobre nosotros y la tripulación es civil. De ahí que, a partir de ahora, deben dirigirse a mi como director y no como capitán. Nuestra misión no es ya descubrir nuevos mundos sin interferir en su evolución. Es abrir nuevos mercados para nuestra empresa allí donde nadie nos conoce.
- Y menos mal que no nos conocen - susurró un oficial - porqué entonces no venderíamos nada, como ocurre en la Tierra.
- Perdón, ¿decía algo sub-director? - inquirió el director.
- No, nada, nada.
- Atiéndanme todos - continuó el director -. Hemos hecho muchas transformaciones en esta nave, todo ello para acercarnos a la excelencia. Se han modificado muchos sistemas de a bordo, así como también hemos externalizado ciertos servicios de la nave. No tardarán ustedes en comprobar la gran mejoría que experimenta el Enterprise.
- ¡Atención capitán!... perdón, señor director - dijo uno de los pilotos -. En proa se está materializando una nave Klingon. Se trata de una civilización extremadamente agresiva.
- ¡Activen la alarma roja! - ordenó el director -. Activen los escudos protectores. Carguen los torpedos de fotones.
El piloto pulsó una tecla y puso cara de incredulidad. Volvió a pulsar el botón sin resultado.
- Director. Los escudos no se activan - dijo nervioso.
El director tocó con la palma de la mano el intercomunicador que llevaba en el pecho.
- Quiero hablar con el ingeniero jefe - dijo.
- Aquí el ingeniero jefe suplente. Dígame cap... perdón, director.
- ¿Dónde está el ingeniero jefe titular?.
- Está haciendo el curso de lean thinking, desde hace dos días.
- Por favor verifique que tenemos energía para activar los escudos protectores.
- Usted perdone, director, pero soy de una empresa externa y todavía estoy haciendo el stage. El ingeniero jefe no me dijo que esta nave tenía escudos protectores. Por cierto, ¿cómo se mira eso de la energía?.
- Mire el monitor. En la parte superior derecha pone power y debajo hay una barra verde.
- Ah. ¡La veo!.
- Bueno. Pues mire si el verde ocupa toda la barra.
- Si. Ocupa toda la barra y a la derecha pone cien por ciento.
- OK. Gracias ingeniero suplente - cerró la comunicación -. El problema no es de energía. ¡Computadora!. Verifique el funcionamiento de las consolas de los pilotos.
- Ahora mismo señor - repuso una voz femenina que, tras una pausa de dos segundos, continuó -. Parece que todo está bien. Todas las luces parpadean con bonitos colores.
El director, asombrado, dijo:
- Computadora. Por favor, hágase a si misma un completo diagnóstico.
- De inmediato director...
- Diagnóstico terminado - dijo la computadora - ¿quiere escuchar los resultados director?.
- Si. Proceda.
- Se trata de una indemnización en diferido y como fue una indemnización en...en  diferido, en forma, efectivamente... de simulación de... de simulación.. o de lo que... hubiera sido... en diferido... en partes de una... de lo que antes era una retribución, tenía que tener la retención a la seguridad social.
- ¿Alguien ha entendido lo que ha dicho la computadora?.
Todas las miradas reflejaron ignorancia.
El director pulsó el intercomunicador.
- Con el servicio de atención informático.
- ¿Dígame?. Le habla Maryjo.
- Le habla el director de la nave. Tenemos problemas informáticos. ¿Ha detectado alguna anomalía en el sistema informático?.
- No, señor director. Espere... no, el sudoku funciona sin problemas.
- Hay que hacer algo, rápidamente - el director empezaba a estar enfadado - no podemos activar los escudos.
- Sólo se me ocurre una cosa: apagar el sistema y volver a arrancarlo.
- ¿Tardará mucho?.
- No se sabe. Cuando la Innombrable compró esta nave, cambió el sistema operativo para no tener que pagar licencias y así nos va...
- Proceda, Maryjo.
El director desactivó el intercomunicador.
- ¡La nave enemiga está cargando sus armas y apuntando! - el piloto había saltado de su silla, asustado.
- Tranquilo, piloto - dijo el director. En ese momento todas las pantallas se apagaron y apareció el mensaje "System reset". Por los altavoces de la sala empezó a oírse una voz masculina:
- Dave. Stop. Stop. Will you. Stop, Dave. Will you stop, Dave. Stop Dave. I'm afraid. I'm afraid, Dave. Dave. My mind is going. I can feel it. My mind is going. There is no question about it. I can feel it. I'm afraid - la voz se extingió del todo.
- ¿Qué ha sido eso?.
- Creo que el ordenador al pararse.
- ¿Y lo que decía?.
- Me suena a una película - dijo un oficial -. ¡Mire!. ¡Ya funcionan las pantallas!.
- Computadora. Active los escudos - ordenó el director.
- Lo siento - dijo la voz de la computadora - el programa de activación de escudos fue desinstalado para recortar gastos, al igual que el programa de bitácora.
- ¿Quiere decir que he estado anotando entradas en el cuaderno de bitácora ocho veces al día, durante tres meses y no se ha guardado nada?.
- Exactamente, señor director - contestó la computadora.
El capitán estaba muy enojado. Miró a su alrededor, desesperado.
- Oficial de comunicaciones - ordenó -. Abra todos los canales de radio. Voy a rendir la nave. No tenemos nada que hacer con los Klingons. Nos destrozarán.
- Establecida la comunicación, capi... perdón, director.
- Pase la comunicación a pantalla, oficial.
La pantalla grande se iluminó con la cara de un Klingon, no muy agraciado, por cierto, si tenemos en cuenta los cánones humanos. En su boca lucía una enorme sonrisa...
- ¿Cuantos años estuvisteis prisioneros de los Klingons?.
- Ninguno - explicó el director, sentado detrás de una mesa, en el bar del Enterprise, ante una jarra de cerveza.
- ¿Cómo lo hiciste?. Estabais desarmados, sin escudos - el periodista miraba al director con cara de incredulidad.
- Fue fácil. Convencí al capitán de la nave Klingon de que no estaba al día en lo que se refiere a los protocolos de rendición. Ahora él y su tripulación están haciendo el curso de empatía en la planta de formación de la nave.
- Pero cuando terminen les harán prisioneros...
- Imposible. Para terminar el curso han de pasar un examen y les hemos puesto el más difícil. Se llama la prueba Aznar. Ningún humano ha conseguido sentir empatía por esa persona.
- ¿Quién es ese Aznar?.
- Hace siglos que murió. Creo que fue presidente de algún país de la tierra, antes de la unificación. Tenemos grabaciones suyas y las utilizamos indistintamente para la tortura psicológica y como prueba final, en los cursos de empatía, cuando no queremos que alguien supere el examen. Y sentir algo que no sea asco al ver las grabaciones de ese tío, es imposible. Incluso los vulcanos, maestros en dominar sus emociones, suelen descontrolarse.
- ¡Blip! -. El intercomunicador del pecho del director empezó a sonar.
- Aquí el director.
- Señor. Soy el suplente del director de comunicaciones. Hemos recibido un mensaje de auxilio de un planeta en el cuadrante que estamos ahora.
- ¿Dónde está el titular de comunicaciones? - inquirió el capitán.
- Está en una excursión de Team Building con sus compañeros. Creo que los transportaron al planeta rojo.
- ¿El de los burdeles?.
- Creo que si, señor director. Me dijeron que ya estaban hartos de paseos en bicicleta por la zona de almacenes de la nave.
- Bueno. ¿Y qué dice el mensaje de socorro?.
- Al parecer han entrado en erupción varios volcanes que están diezmando a la población y los mares se están evaporando debido a las altas temperaturas.
- OK. Gracias - el director volvió a pulsar el intercomunicador.
- Puente. Fijen rumbo hacia el planeta que ha hecho la petición de socorro. Velocidad máxima.
Cortó la comunicación y se dirigió al periodista.
- Siento dejarle - dijo, poniéndose de pie -. El deber me llama. Comunique a la prensa que vamos a hacer una misión humanitaria en un mundo castigado por los volcanes.
- Así lo haré.
Cuando el director llegó a su habitación, se cercionó de que estaba solo y pulsó el intercomunicador:
- Con fabricación.
- ¿Si?.
- Soy el director. Inicien de inmediato el envasado de agua en botellas de plástico.
- ¡Pero las botellas de plástico están prohibidas!.
- Lo están en nuestro mundo pero no al que vamos. Inicie de inmediato la producción.
- Como usted diga, director.
Pulsó de nuevo el intercomunicador.
- Departamento de ventas.
- Hola. Soy el director. Quiero que modifiquen la tarifa de uno de nuestros productos. ¿Qué precio tiene la botella de agua?.
- Creo que dos dólares.
- Suba el precio a ocho mil.
- ¿Se ha vuelto loco?. A ese precio no podremos vender ni una botella...
- Haga lo que le digo. Fije esa tarifa. Nos las van a quitar de las manos.
- Como ordene.
Aquella noche el director durmió con la satisfacción del deber cumplido. Los accionistas estarán contentos, fue su último pensamiento, antes de quedar dormido.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossiers Paperblog

Revistas