Revista Diario

La primera lección sobre desarrollo personal que aprendí

Publicado el 27 diciembre 2013 por Alxndro @al_x_ndro

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Hace aproximadamente siete años comencé un proceso de desarrollo personal (sin darme cuenta de que así es como podía llamársele). Simplemente comencé a interesarme en la relación entre yo y el mundo, cómo aquello que hacía afectaba directamente mi experiencia, y así es que comencé a ver qué podía hacer al respecto para obtener los resultados que quería.

Una de las primeras cosas que me encontré (trabajando sobre mis relaciones personales) es esto que aquí llamo mi primera lección. Verás, yo solía ser alguien muy sarcástico (por un lado) y rápido e ingenioso, lo cual no era muy conducente a tener las mejores relaciones posibles. Esta forma de ser tenía cosas interesantes, siendo así conocí a mucha gente, pero la calidad de mis relaciones no era la que deseaba (y tampoco mi relación con el sexo opuesto).

Entonces, investigando (hoy ya no recuerdo dónde exactamente), me encontré con la ya mencionada lección que trataré de condensar en el siguiente enunciado:

“Los seres humanos buscan con intensidad aquello que les causa gusto y placer. Pero mayor aún es la intensidad con la cual huyen de lo que les es desagradable y les causa dolor.”

Concretamente, en mi situación, esto me hizo ver que, si bien a las personas les gustaba estar conmigo por ciertas cualidades mías, yo les era aún más repulsivo por aquellas características que no les agradaban. Es decir, para las personas era más relevante la experiencia de mis cualidades negativas que la de las cualidades positivas que pudiera tener. Si soy una persona desagradable, será sólo natural que la gente rehúya de mí. Ya sean mis amigos, familiares, simples conocidos, o pareja (si tienes la suerte, en un caso así, de tener una).

Los seres humanos huimos del dolor con mayor fuerza de lo que nos acercamos al placer.

Ahora, ¿estoy diciendo que debes ajustarte a la norma, a lo que los otros esperan de ti y ser totalmente agradable y complaciente? Sí, no, y más o menos.

  • Definitivamente si tienes rasgos por mejorar en tu persona, vale la pena que trabajes sobre ellos. No por otros, sino para ser la mejor versión de ti mismo.
  • También definitivamente, no tienes que ser como otros esperan. Si eres congruente contigo mismo, si eres compasivo y consciente, y si estás completamente seguro de que tu intención es la mejor que es posible tener, lo más seguro es que tu forma de ser le sea útil a los demás aunque ellos sientan una cierta resistencia hacia ella. Todo es cuestión de ser consciente de tu intención.
  • Y, por último, digo que más o menos porque lo que me parece más relevante de esta lección es, en realidad, lo siguiente…

Aquello que nos causa dolor e incomodidad, nos causa miedo. Y el miedo es aquello que nos mantiene en nuestra zona de confort.

Esto incluye el quedarnos en nuestra zona de confort si para lograr lo que deseamos (algo placentero) tenemos que pasar por cierta incomodidad, ya que huimos del dolor más fuertemente de lo que buscamos placer.

Por un lado aquello que nos desagrada nos indica qué debemos evitar, y también, paradójicamente, nos indica dónde están nuestras oportunidades de crecimiento. Es fundamental estar consciente de esto si estás en un camino de autodescubrimiento y crecimiento personal.

Es como en el deporte, para poder alcanzar el potencial físico deseado se requiere esforzarse, pasar por etapas en las cuales nos exigimos mental y físicamente más de lo que estamos acostumbrados. Es como cuando los músculos se esfuerzan un poco más allá de lo que pueden y por eso crecen y se hacen más fuertes.

Hay muchos casos donde el huir de la incomodidad nos mantiene en un estado de estancamiento. El solo hecho de…

  • pensar que tendremos que abandonar ciertos alimentos y probar otros para tener una dieta saludable
  • saber que tendremos que esforzarnos haciendo una rutina de ejercicios
  • estar momentáneamente solos en un lugar nuevo y conocer a nuevas personas
  • tener que enfrentar a la persona con quien tenemos que hablar

esto es suficiente para detenernos de realizar cambios.

Todo esto y más tiene un aire de incomodidad en nuestras mentes, y estamos, en cierta forma, programados para huir del dolor. Pero no todo esto es dolor, la mayor parte del tiempo huimos de una simple incomodidad, y más aún, huimos de nuestra idea de esa incomodidad.

En estos tiempos, donde no tenemos que luchar contra animales salvajes, donde el alimento es relativamente fácil de conseguir, donde la medicina puede salvarnos de tantos males, el huir del dolor no es lo que solía ser. En realidad, al tener estas facilidades modernas lo que nos queda es la incomodidad, y a muchos de nosotros nos ha sucedido que nos hemos vuelto relativamente pasivos y hedonistas.

Entonces, ¿de qué estás huyendo actualmente? ¿Hay allí un área de oportunidad para ti?
¿De verdad te lastimaría intentar un experimento en busca de ese cambio?
Prueba hacer algo nuevo, algo que te acerque a lo que quieres.

Lo importante es dar el primer paso. Olvida la incomodidad, piensa en el placer de lograr algo que encuentras deseable.


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