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La representación política es posible

Publicado el 18 enero 2012 por Vigilis @vigilis

El señor Casey no habla de la imposibilidad de la representación política, sino de la imposibilidad de la defensa de la representación política, el matiz es importante porque abre un abanico posibilista a la aceptación de la representación como tema de discusión sin mentar a la democracia o a la república.

La representación política es posible

En efecto, en su discurso, distingue y separa el concepto de democracia del de la representación. Su tesis fundamental es que "no hay una idea coherente de representación política que pueda sobrevivir a un análisis racional". Cosa con la que tiendo a estar de acuerdo, pero sin embargo, acepto la representación, no sólo para que no me metan en la cárcel, sino por principios. La democracia que no cae en la tiranía democrática, es el sistema de toma de decisiones más opuesto a la tiranía. Un sistema siempre perfectible y siempre en discusión. Un sistema que es reflejo de la heterogeneidad de la gente. Un sistema en el que en lugar de imponer, se convence. Obviamente no describo el sistema actual, sino mi idea. Ya sabéis que suelo criticar el fundamentalismo democrático y que echo en falta el Derecho.

¿Puede un representante político ser agente de una multitud?

Casey mantiene su tesis de la imposibilidad de la representación política porque ésta, dejando las definiciones/interpretaciones a un lado, no es perfecta. ¿Cómo resolver el problema intrínseco de la imposibilidad de la representación política? Básicamente se me ocurren dos fórmulas probadas:

  1. La ley. Establecer un sistema de leyes que a través de la tradición se han revelado como "buenas leyes" en el sentido de eficientes, moralmente aceptables en el lugar de aplicación, proporcionales, justas, etc. Sabiendo que de la ley surge también el abuso y la tiranía, conviene tener presente que estas leyes deben ser muy públicas y comprensibles, amén de ser pocas en número. Más: incluso por encima de la ley, una constitución espartana que evite la sobreproducción legislativa.
  2. La rebelión, desobediencia o el desorden. Cuando las leyes anteriores se vuelven herramientas de tiranía (y coincido en que a priori siempre nos podemos esperar lo peor), la historia y nuestra propia naturaleza nos enseñan que es lícito alzarse contra la imposición.
Por su parte, Casey termina su diatriba crítica sin dar solución al problema de la representatividad -desconozco si esto lo desarrolla en otros discursos-:
...incluso en nuestros complejos estados modernos, por muy elegante que sea la retórica y muy persuasiva que sea la propaganda, unos gobiernan y otros son gobernados. La única cuestión, como apuntaba Humpty-Dumpty en A través de espejo, es "quién es el amo, eso es todo".

Yo, como soy raro, veo en esta conclusión cierta deformación marxista. El tema del enfrentamiento lo considero superado por la filosofía política que hay en la declaración de independencia americana (por poner un ejemplo muy conocido, pero también podría mencionar la tradición ilustrada precedente). No por ello deja de ser un tema a analizar, aunque siempre tratando de mantener las distancias con el materialismo histórico, que, insisto, considero superado.

También debo criticar el pesimismo que se sustrae de sus palabras: las personas no somos vacas, ningún sistema es eterno y, aunque fuéramos vacas o el sistema eterno, siempre cabe la posibilidad de que un megatsunami lo funda todo. Esto último no es baladí, ya que nueve de cada diez seres humanos creemos en cosas que no vemos ni podemos demostrar, por lo que no tener esto en cuenta, es un error cuando de explicar el comportamiento humano se trata.


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