Revista Literatura

La respuesta in/correcta

Publicado el 04 noviembre 2010 por Saludyotrascosasdecomer
El taxista dijo que tardaría un cuarto de hora en pasar a recogerte. Estaba parado en mitad de un atasco en el centro. Mediaba la tarde y un viento fresco bajaba de las montañas para darle un respiro al calor del verano. Dejaste el maletín en el suelo y te sentaste en el bordillo a esperar. Viste pasar una ambulancia con la sirena encendida. ¿Cuántas veces eres tú el que viaja ahí dentro? Un niño pequeño, del brazo de su madre apresurada, te mostró una lengua teñida de azul por el colorante de algún caramelo y se echó a reir. De un coche gris se bajó un hombre mayor acompañado de una muchacha que hablaba por teléfono. El hombre se apoyó en el hombro de ella. Tenía lágrimas en los ojos. Pasaron a tu lado, sin mirarte, y abrieron la puerta del asilo. Es el marido, pensaste.
Cuando llegaste, la paciente agonizaba en la cama. La hija te pidió que no la llevaras al hospital. Sólo quiero que no sufra. Una aguja subcutánea con el bisel hacia abajo perforó la piel del pecho y, permeable, se rindió al empuje de un émbolo que administró la dosis de morfina suficiente para aplacar la disnea. Después, la escopolamina mantendría a raya las secrecciones. Mientras hacías tu trabajo, el hijo cogía la mano de la moribunda. Te fijaste en su sonrisa triste. Dos monjas, a los pies de la cama, rezaban en sordina una oración que regresó de tu memoria después de tantos años. El taxi te dejó en la puerta del centro de salud. Cuando entraste, la administrativa te llamó. Alguien quería hablar contigo por teléfono. Doctor, soy la hija de Jovita. Sólo quería darle las gracias. Mi madre acaba de morir y, cuando lo ha hecho, ya no se ahogaba. Lo siento mucho, contestaste sin saber muy bien si esa era la respuesta correcta.

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