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La revista Rumbos se suma a la ola de confusión popular sobre “terapias alternativas”

Publicado el 13 abril 2016 por Pablogiordano
La revista Rumbos se suma a la ola de confusión popular sobre “terapias alternativas”
  La divulgación científica parece ser difícil para los propios científicos, una odisea para los periodistas especializados y directamente una camiseta que le queda enorme a cualquier periodista. Por otro lado, no hay un interés genuino en divulgar ciencia por parte de los medios, lo que divulgan son historias que acrecientan esa confusión general que se debate entre las creencias y las evidencias sin contrastar ni unificar jamás unas y otras.   El Domingo pasado la revista Rumbos publicó en tapa (nota central) un artículo sobre las llamadas terapias alternativas. El título “¿La medicina alternativa es una fantasía?” es un ejemplo claro de cómo los medios encaran estos temas: con show. El ejemplo que siempre pongo es el del día de Pascuas, cuando el Discovery, History o National Geographic se preguntan si el Santo Sudario es real, en un programa que dura dos horas, y que no te lo responde nunca. ¿Por qué? Porque si fuera un verdadero programa de divulgación científica duraría no más de cinco minutos, ya que con solo consultar un libro de historia, sabríamos que la primera vez que el sudario fue expuesto, poco tiempo después de que saliera a la luz, llevaba un cartel que advertía que no se trataba de la verdadera sábana del cristo sino de una obra de arte.   En este caso es lo mismo, estas notas no enseñan ni difunden nada, solo generan más confusión. Lo cual en el caso de la medicina es rapidísimo, como ya están alertando varios gobiernos del mundo preocupados por el coste económico público que genera y el resentimiento evitable de la salud general.   El título comienza con una falacia, la existencia de “lo alternativo”. No existen las terapias alternativas. Si realmente funcionaran no serían “alternativas” sino simplemente terapias. Es decir, no existe la medicina alternativa, solo la medicina, y justamente estas prácticas fueron refutadas por la ciencia y es por ello que los que siguen creyendo en ellas y practicándolas, desde el boom new age de los sesenta, se refugiaron en la clasificación “alternativas” para legitimarlas un poco y dotarlas de credibilidad y legislación basadas, muchas, en estudios que revelan que algunas funcionan como efecto placebo, lo cual no es decir mucho, ya que este efecto es limitadísimo dentro de la medicina y su porcentaje de aciertos no supera al del azar 40%. Para que quede más claro, el efecto placebo puede cambiarte algunas pequeñas cosas, sobretodo psicosomáticas, pero jamás curar un cáncer.   Es bueno profundizar un poco más y decir que no todas estas “terapias alternativas” son un fraude, o una creencia. Algunas funcionan, el Yoga, por ejemplo, y ciertos métodos de meditación; pero ojo, funcionan para ciertas cosas, jamás revertirán la diabetes, por ejemplo. Por otro lado, estas terapias en sí no son “alternativas”, las ciencias las reconoce como genuinas y la medicina las incorpora dentro de su corpus, solo que las creencias New Age se las apropiaron por su carga mística.    La bajada del título dice que “millones de personas abrazan las terapias alternativas, mientras la ciencia tradicional asegura que no son más que estafas New Age”. Por un lado, no existe algo llamado tradición en la Ciencia. La Ciencia es una de las áreas menos tradicionales, más inventivas, revolucionarias y que lucha, justamente, contra cualquier cosa que atente contra su método, el cual garantiza saber la verdad pero mucho más, saber la mentira; y sobretodo, jamás estancarse. Existe la ciencia a secas, no una que sea tradicional y otra innovadora o algo así. ¿Cuál sería la otra ciencia que no es tradicional? ¿La oculta? No, esa creencia fue refutada en el medioevo y sería un tedio retroceder tanto para explicar que el ocultismo no es una ciencia ni lo fue nunca.   Por último, para cerrar con la tapa, la bajada también dice que la ciencia asegura que se trata de estafas New Age. Esto es falso. Primero porque dentro de las llamadas “terapias alternativas” se incluyen innumerables prácticas, como ya vimos, por lo que englobarlas a todas sería un error extremadamente pueril para algo tan maduro como la ciencia. La ciencia a estudiado a cada una, y cada una mereció su calificación. Muchas son estafas porque quien la practica es un estafador, pero muchos otros las practican creyendo realmente en que funcionan, o que existe tal o cual “energía” y no habrá evidencia que le pongas delante que los haga cambiar de parecer. Otras son prácticas espirituales que nada tienen de estafas y no producen daño. Y algunas, o muchas, producen daños directamente sobre el paciente, inclusive por sostener una creencia “alternativa” que denigra a “lo tradicional” o establecido, haciendo que miles de personas abandonen tratamientos comprobados como efectivos por no creer en “lo tradicional”.   Leila Sucari, la periodista a cargo, encabeza la nota central con título a página completa: “Terapias alternativas versus Ciencia. ¿Es posible que millones de amantes de la homeopatía estén super engañados?”. Esto confirma lo que explicaba antes sobre los medios, la Ciencia y el show. No existe un versus entre las ciencias y las terapias alternativas. La ciencia no puede oponerse porque no legisla, lo que la ciencia hace es estudiar y dictaminar. Ver a la ciencia de esta manera es muy común, y es producto de que en la educación recién ahora, y en los países del primer mundo, se implemente el estudio del método científico. La mayoría de las personas no saben lo qué es, lo que significa y cómo nos ha transformado. Y con respecto a la pregunta del título sobre la eficacia de la homeopatía la respuesta es no. No funciona. Y solo basta con saber de qué se trata, ni siquiera hace falta remitirse a los estudios. Ninguna persona medianamente inteligente puede creer semejante tontería.    La autora asegura que se trata de “un debate de alta intensidad…” lo cual es falso. No existe ese debate. La ciencia estableció hace mucho que la homeopatía es un fraude. Quienes quieren ver un debate son los defensores de la práctica que no han ganado aún una sola de las batallas, me refiero a que cada uno de sus argumentos fue refutado, inclusive el más reciente, de hace dos años, que sostenía que sí era efectiva porque el agua posee memoria. Está última y retorcida afrenta de los charlatanes termino por tierra cuando se pudo observar el grosor de la pared molecular del agua la cual no abarca los nanómetros necesarios para que se establezca algún tipo de memoria. Por otro lado, quienes arman estos “debates” o quisieran hacerlo son los medios, y ciertos periodistas, que no están a la altura casi nunca.   La nota en Rumbos arranca con uno de los sesgos que hay que evitar en Ciencia: una/s historia/s particular/es. Un caso, un grupo de casos, y más si solo se basan en la experiencia y no en una constatación, no es Ciencia. Es folklore. Pero estamos hablando de periodismo, de show. La prensa escrita juega siempre a hacer literatura. Les encantan las historias, los testimonios y demás, vive del color. Hace unos años una amiga periodista y escritora me pedía precisamente ésto para una nota: “¿pero tenés testimonios, personas que hablen, que cuenten la experiencia?” No, tengo la verdad, eso debería bastar, pero no es así para el periodismo.   La autora expone los casos de India, México y Brasil, donde la homeopatía está integrada al sistema de salud para decir luego que SIN EMBARGO no faltan detractores. ¿Qué me está diciendo? Que la legislación a favor de una mentira la convierte en verdad. Con ese criterio, como India considera a las vacas sagradas y hay legislación al respecto, la Ciencia debe dictaminar que así es, que lo son. Y todos nosotros deberíamos creerlo. No es casual este tipo de filtración de la propia creencia de la periodista, que intentará constantemente equilibrarla con datos científicos que la contradigan, como los 110 ensayos que “sugieren” que la homeopatía es placebo. No sé de que ensayos hablará, pero la ciencia no sugiere. Sabe, o no sabe aún. Acaso, algunas veces, intuye. Por otro lado, los estudios al respecto se cuentan por miles y todos arrojaron el mismo resultado. FALSO.   De todas maneras, hay algunos elementos interesante y concluyentes en la nota de boca de verdaderos científicos. Pero en las bajadas y cuadros se transparenta este querer enturbiar las aguas para que parezcan profundas. Como en uno que asegura que “de ambos bandos hay buenos argumentos”. ¿Dónde están los argumentos de los defensores de las medicinas alternativas que no hayan sido refutados? No los muestra, no los refiere.    Leí notas mucho peores, esta no está tan mal, pero el espíritu es el mismo de todas, y el tema central al que me quiero remitir: la falta de responsabilidad científica de los periodistas.Y a su ignorancia. La nota cierra con un consejo: “creer o no creer, probar distintos métodos e ir armando el propio camino, de eso se trata el asunto.” No, el asunto se trata de que entendamos de una vez las limitaciones de nuestro pensamiento y que por eso fue necesario crear algo como el método científico, un aparato para arribar a la verdad fuera de los sesgos de nuestro entendimiento personal y particular. Someterse a una instancia superior. Si no, puedo, por ejemplo, armar mi verdad en base a que veo duendes en mi patio, cuando cualquiera sabe que los duendes no existen.

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