La Sala de Espera

Aquel lugar en el que te entretienes mirando revistas antes de que te llamen por megafonía. Una especie de limbo espacio-temporal donde, en todo este caos de día que has tenido, te permites parar, pensar, reflexionar, ser.
Me encuentro en la sala de espera de este viaje, con los billetes en la mano, pero a diferencia de lo habitual, mi sala de espera está abarrotada de documentos, archivos, papeles, formularios y lo peor de todo, páginas en blanco a las que les tengo que dedicar tiempo y me veo incapaz.
¿Resultado? Un a semana larga de sequía literaria y creativa en la cual me es imposible hilar dos palabras seguidas. Vivimos en la era de la información, o eso dicen. Aunque más bien, podríamos hablar de la era de la Sobre-información. Encontrándome, por cuestiones de trabajo, con la obligación de contar cosas al mundo, de escribir artículos, de investigar en la red, cosas de interés que publicar, de cartelería que diseñar, de dossiers que montar, de clases que dar , notas que poner etc. Todo esto llevando a un bloqueo mental en el que me es incapaz pensar en mi meta, en mi destino, en mi idea del paraíso. Bali esta semana ha estado muy lejos.
Es la recta final de curso en los colegios, y junto a mis pequeños alumnos de dibujo y pintura estamos acabando la escenografía para el grupo de teatro. Suele ser la época más estresante del año, se acaba el curso y tú no estás ni a mitad camino!
Es ahí, cuando decides quedarte un rato más después de clase, acabando los detalles de uno de los fondos, sola con tus pensamientos, brocha en mano, cuando vuelve todo a encajar.
Y entonces, en ese momento, es en el que las cosas pequeñas te rescatan. Te devuelven a tu sitio, te descongestionan la cabeza y te permiten ese paréntesis que necesitabas para volver a retomar el viaje. En mi caso, algo tan simple como pintar el espacio.
Disculpen, creo que han dicho mi nombre por megafonía. Es mi turno.
Laura