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La Sevilla del 2020

Publicado el 28 diciembre 2009 por Jackdaniels
La Sevilla del 2020

No sé si se trata de un problema de comunicación, de no saber transmitir adecuadamente las ideas -vender la burra como se dice por aquí- o es que en realidad existen dos lenguajes diferentes que se emplean a cuál más convenga.

Pero a veces tengo la sensación de que los ciudadanos estaríamos mejor informados y en condiciones más óptimas para valorar las decisiones que se toman si los mensajes de los políticos fuesen nítidos y unívocos, sin posibilidad alguna para la ambigüedad o la contradicción.

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, ha mantenido hoy una reunión con el resto del gobierno municipal en la que ha presentado el documento denominado “Posicionamiento Estratégico sobre el futuro de Sevilla. Documento de Avance del Plan Estratégico Sevilla 2020”.

El documento en cuestión es transformador e ilusiona, porque encierra un concepto de ciudad integradora del entorno y con una visión muy clara de cuáles han de ser los ejes sobre los que se ensamblará su desarrollo urbanístico y humano.

Un proyecto ambicioso y osado que potenciará sin duda la imagen de Sevilla como ciudad habitable y cada vez más sostenible. Algo que ya nos sitúa en la mira de muchas otras capitales más importantes que comienzan a caminar por donde Sevilla ya hace tiempo que ha pasado. Es un modelo de ciudad diferente, por el que merece la pena apostar.

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Sin embargo, atisbo algo que para que el ciudadano de a pie lo comprenda y asimile en su justa medida, requeriría una explicación adyacente.

El documento habla de establecer una red de tranvías que complemente al metro, al servicio de cercanías y la actual red de autobuses. También se habla de la implantación de líneas de microbuses de bajo impacto en el centro histórico de la ciudad. Incluso se plantea la recuperación del cauce vivo del río Guadalquivir como corredor para la movilidad de los sevillanos a través de transportes no contaminantes, algo que ya se viene rumiando desde hace tiempo y que en otras ciudades europeas funciona bastante bien.

En definitiva, es una apuesta importante y seria por implementar la movilidad urbana sobre la piedra angular del transporte público colectivo, donde tendrá un papel relevante el ferroviario, dentro de una intermodalidad bien cohesionada y complementada por las diferentes modalidades de transporte. Una postura de futuro y respetuosa con el medio ambiente, que tendrá que efectuar paso obligado por potentes intercambiadores que faciliten el trasvase rápido de viajeros.

Se contempla el incremento de carriles bus, con la novedad de su trazado por el centro de la calzada, con dársenas laterales para la subida y bajada, en zonas como Luis Montoto, La Florida, que alcanzaría hasta el Prado de San Sebastián, y en el eje Ramón y Cajal-Carlos V.

Y en todas las propuestas vislumbro el papel fundamental que jugará Tussam en esa movilidad futura de la ciudad en la segunda década del siglo veintiuno. De lo que me alegro, porque yo trabajo allí.

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Pero lo que no acabo de entender, o no me lo han explicado bien, es cómo la visión de hoy en día de Tussam puede ser tan diferente y diametralmente opuesta. Porque hoy en Tussam, no se vislumbra futuro a tan largo plazo cuando se habla de privatizaciones de líneas, de no renovar contratos a trabajadores, de congelación salarial, de flexibilización de condiciones de trabajo, etc.

Cuando quizás de lo que se debería estar hablando es de adecuar a la empresa para afrontar dichos retos, implicar a los trabajadores en hacer de su consecución un objetivo estratégico prioritario, consensuar un plan de viabilidad que permita alcanzarlos sin que redunde en una pérdida de calidad del servicio y de puestos de trabajo y gestionar la empresa de una manera sostenible y compatible con el objetivo propuesto.

Porque a mí me sigue sin cuadrar que se argumente que el sevillano sólo paga el cincuenta por ciento del coste del viaje y luego se pretenda vender la privatización como la panacea divina.

¿Acaso la empresa privada va a asumir ese cincuenta por ciento de una manera altruista? Para nada, esa cantidad la seguirá sufragando el bolsillo de todos los sevillanos, sólo que entonces algún alma cándida se lucrará todavía más deteriorando la calidad del servicio y explotando de paso a trabajadores en condiciones más precarias.

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Otro ejemplo palpable, los microbuses eléctricos. Me gustaría que alguien le explicara a los sevillanos por cuánto sale un microbús eléctrico que apenas tiene capacidad para transportar una docena de personas. Y no sólo el coste de adquisición, sino el que posteriormente tiene su mantenimiento.

¿Acaso una empresa privada va a asumir ese sobre coste cuando puede hacerlo mucho más barato con otros vehículos más convencionales? ¿O es que el neocapitalismo ha hecho una revolución y yo no me he enterado? Para nada, esos costes extras se pagarán con dinero público, que irá a parar a manos privadas para que no se vean reducidos sus sacrosantos beneficios. ¿O no ha ocurrido lo mismo con los bancos?

En este país existe un empeño ancestral en vincular los beneficios empresariales a condiciones laborales precarias, salarios bajos y despidos gratuitos. Parece como si no fuera posible la prosperidad económica sin esos condicionantes. Aquí, productividad es siempre sinónimo de explotación. Y pocos se atreven a reconocer que estamos a años luz todavía de los países más avanzados de esa Europa que ahora es nuestro espejo permanente. ¿Alguien se acuerda ya de la convergencia salarial con Europa?

Pues eso. Que hay cosas que deben hacerse, pero en la forma de hacerlas se concentran a veces buena parte de las posibilidades de alcanzar el éxito deseado.



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