Revista Literatura

La Tienda

Publicado el 16 diciembre 2013 por Aluminca
La Tienda
Un trece de mayo a las once de la noche, Cástulo y Roberto caminaban rumbo a su casa, por el camino principal. Entre bromas acortaban la distancia que los separaba de su hogar.
- Como se me antoja un cigarrito- Comento Roberto- Pa'l frio, Mano.
- Y otra cervecita, Pa'l calor ¿No?- Se rio Cástulo
Por aquel entonces, no encontrabas tiendas abiertas a esas horas, en ninguna parte del pueblo, tampoco es que hubiera muchas tiendas , en realidad apenas y habría unas cuatro cuando mucho. Por eso cuando Roberto señalo un ligero resplandor, a unos cien metros de distancia, ambos se sorprendieron.
- ¿Desde cuándo hay gente ahí, Tu?- Interrogo Cástulo.
-No sé, nadie vivía por allí.- a sus espaldas escucharon un llamado y al voltear , reconocieron aun en la oscuridad a Hilario, vecino y amigo de toda la vida.- ¡Espérenme, muchachos!- Cástulo, dijo.- En lo que llega el Hilario , voy a echar un ojo, quien quita y es un tiendita.
-¿Tiendita? pos si en la mañana no estaba y ¿quien pondría una tienda acá, si esta tan solo?
- Nada pierdo con asomarme. Total, si no es, no es y ya.- Insistió Cástulo y se encamino hacia el resplandor.- Si es tienda, nos echamos otra cerveza y unos cigarros. Yo invito.- Prometió alegre mientras se alejaba. Roberto sintió como el miedo, aleteaba alrededor de su cabeza como paloma panteonera, pero ¿Que podía pasar? estaban a solo unos metros de distancia e Hilario estaba llegando junto a él. Se saludaron y escucharon a Cástulo decir
- Muchachos, si es tienda. Vengan, yo los invito.
Cástulo observo extrañado la entrada de la tienda, no podía decirse que fuera nueva, tenía una puerta doble, cuyas hojas de madera lucían ya agrietadas por el tiempo y la pintura azul que la adornaba, mostraba los estragos causados por la intemperie, los goznes se veían oxidados y los muebles y la estantería, parecían querer derrumbarse de viejos. al acercarse, noto que  las medidas interiores no parecían concordar con el exterior, la tienda por dentro era muy amplia y larga y parecía contener todas las mercancías que en el mundo pudieran existir. Fascinado, dirigió la vista nuevamente al exterior y observo solo la puerta de entrada de unos dos metros de ancho y a sus costados la roca solida de la peña que el conocía, una duda lo asalto antes de dar el paso que lo llevaría definitivamente al interior, pero tomo aire y como quien se lanza de clavado en el agua, se sumergió en ese mundo nuevo y diferente.
Roberto e Hilario, vieron como tras unos segundos de examinar la tienda, Cástulo se sumergió en esa tenue luz que al bañarlo le dio una coloración verdosa, un tanto sobrenatural y desapareció en el interior. Hilario sorprendido exclamo- ¿Tienda? ¿Cual tienda?
- Pos esa, en la que se metió.
- Ahí no hay nada de tienda, ahí esta la peña de piedra, acabo de pasar como a las cinco de la tarde, ni modo que de entonces a ahorita hayan abierto una tienda.
- Pos igual y nos está haciendo la broma y ya ni cigarro, ni cerveza.
- Ah, no. Entonces, que si haya tienda, por favor.- Riendo, se encaminaron lentamente, para encontrarse con Cástulo, a unos  veinte metros de distancia, pudieron vislumbrar los primeros detalles de la tienda.
- ¡Caray, pos me trago mis palabras!.Exclamo Hilario.- Si hay una tienda y yo pase y seguro no la vi. ¿Como quebrarían las piedras tan rápido?- Se pregunto, mientras se rascaba la cabeza. - Hace años que quieren tumbar la peña, tu.
- Te digo que esta raro. A mí ya me está dando cosa.- Avanzaron unos cuantos pasos más solo para atestiguar como desaparecía la tienda. Ante sus ojos. La puerta cerro sus hojas, llevándose la extraña luz conforme se cerraba y el sonido que produjo al azotar, fue como un trueno y ya en la oscuridad, pareció que el aire que estaba alrededor de la tienda se remolineara como las ondas que se forman en el agua, al lanzar una piedra en ellas. Ambos amigos se sacudieron por efecto de ese fenómeno y a duras penas consiguieron mantenerse en pie.
- ¿Que fue eso?- Preguntaba azorado Roberto a Hilario, quien con la misma cara de sorpresa, solo atino a mover la cabeza en señal de ignorancia. Por un momento se mantuvieron inmóviles, pero al grito de -¡Mi hermanooo!- Proferido por Roberto, salieron corriendo, solo para encontrarse de frente a las solidas rocas, por ellos conocidas de toda la vida. Desesperados palpaban las rocas intentando encontrar algún indicio de esa puerta que solo instantes antes desapareciera. Roberto, retrocedió caminando de espaldas y poniéndose en cuclillas, se sujetaba la cabeza con ambas manos repitiendo una y otra vez.- No entiendo, no entiendo. ¿Qué le voy a decir a mi cuñada? y ¿A mis padres? ¿Quién me va a creer? ¡Carajo!.
Hilario lo observaba sin pronunciar palabra y al ser cuestionado, pregunto con mirada suspicaz.- ¿Como le hicieron? Porque me están majeando ¿Verdad?
- ¿Ves? Si ni tú que lo viste lo puedes creer.- Sentencio Roberto desconsolado.
 La Tienda
- Cástulo atravesó el umbral y sintió ligeramente, una sensación extraña, como de moverse en sueños, como si el aire fuera un poco gelatinoso, apenas recapacito en ello, al observar las mercancías, se maravillo ante lo que sus ojos observaban. ¿Que era esa bola espinosa? ¿Un chayote acaso? pero por la textura de la cascara y el color, más bien parecía una naranja con espinas el triple de tamaño y esas pequeñas medias lunas, tan rojas y con esa apariencia húmeda, como si las acabaran de rociar con agua y aquella forma colgada del techo, que tenia lo que parecía forma animal, pero de un animal que él nunca había visto. Ensimismado entre tanta maravilla, no se entero de la presencia que tras el mostrador le observaba. Era tanto su estupor que ni siquiera se sobresalto al escuchar- ¿Que va a mercar, marchante?- Siguió la dirección de la voz y se encontró con la imagen de una muchacha de hermosos ojos y negras y brillantes trenzas, la disposición de un lunar en su cara le recordó una canción ( Ese lunar que tienes cielito lindo , junto a la boca.) -Buenas noches, Señorita. Que mercancía tan rara tiene usted. Esas de allá, ¿Son frutas o vegetales?- Interrogo.
- Hay de las dos, tendría que probarlas, usted y decidir por sí mismo.
- Y ¿Aquello de allá? Señalo el cadáver de animal que colgaba del techo.
- Se come, por supuesto. Se ve como pollo pero sabe a Pescado y el atraparlo, cuesta más que a un jaguar.
- ..Y ¿los vende?
- Todo lo que aquí puede ver esta a la venta, solo necesita tener lo suficiente para pagarlo.
- ¿Es muy caro?
- Para el vendedor, los precios siempre son bajos y para el comprador siempre serán altos.- Dijo la mujer con una sonrisa.
- Eso sí, -Acordó Cástulo.- Y Donde consigue todo esto? Oiga.
- El universo está lleno de maravillas que no puedes ni siquiera imaginar.
- Pues yo venía , nomas por un cigarro y una cerveza.- Al voltear, alcanzo a ver a sus compañeros por un breve instante, como a través de la niebla- Ahí están mis amigos, pero como que no quieren entrar. Usted los chivea, oiga.
- Entraran solo quienes deban entrar.- Respondió enigmáticamente la mujer.
El tiempo transcurrió para Roberto, entre rumores e incluso acusaciones de haber matado a su hermano. Varias veces estuvo tentado a dejar el pueblo y marchar muy lejos, pero eso sería como aceptar la culpabilidad de un hecho que jamás sucedió, solo Hilario era su testigo e incluso el, parecía dudar en ocasiones. Un día Hilario llego un tanto agitado, preguntando por Roberto, traía una gran noticia.
-Fíjate, Beto. Que el viejo Santiago, me conto que el también conoció un señor que se metió a la tienda y dice que hay que estar muy vivos el día que se cumple el año, para poderlo sacar, que la tienda vuelve a aparecer aunque no se sabe la hora y entonces se puede rescatar a tu hermano.
-¿Seguro?- Interrogo Roberto ilusionado.
-Pos eso dice el.- Respondió Hilario, pasándose una mano por el cabello, en actitud dubitativa.
- ¿Me acompañas? - Rogo Roberto.
- ¿Cómo no? Si estamos juntos en esto.
El día trece de Mayo del año siguiente, ambos amigos esperaron desde el atardecer, frente a la peña a que apareciera la tienda, como a las diez de la noche, le llego una idea a Hilario.
- ¿Beto?
- Humm
- ¿Te acuerdas como hizo el aire cuando se cerró la tienda?¿ Como que se inflo y se desinflo, bien rapidito?
- Si.- Roberto revivió la escena en su mente y dio la razón a Hilario- Así le hizo.
- Y ¿ tú crees que no nos pase nada?
Un dedo helado recorrió lentamente la espalda de Roberto, al pensar en verse frente a esa fuerza invisible y desconocida - ¿Y si mejor nos vamos mas pa'lla?- Propuso precavido.
- Yo diría.- Acordó Hilario. Se alejaron una distancia que consideraron prudente y no bien terminaron de instalarse, cuando un sonido como de avispas, anuncio la llegada de la tienda. Las rocas parecieron volverse de gelatina y mientras la peña  temblaba ondulante, se escucho el ruido de unos goznes oxidados y de la nada surgió la puerta azul, abriéndose lentamente.
Cástulo, observo, esa extraña pipa entre sus manos y recibió el pequeño envoltorio, que la mujer le entregara. - ¿Es tabaco?- Pregunto, al mirar el contenido. Una espacie de polvo azul entre el cual se podían observar algunas perlitas verdes.
- Podría decirse- Respondió la mujer- Es algo parecido, solo que de otro lugar, pero los efectos son similares.
Cástulo escucho a su espalda un rumor lejano y al voltear, miro sorprendido a Roberto entrar gritando.
En el primer momento, Roberto e Hilario se congelaron y tras unos instantes de duda, Hilario animo a Roberto- Sácalo, Beto, no te apendejes.
- ¿Yo?
- Es tu hermano. Ándale, Cabrón. - Y tomándolo por los hombros lo empujo, corriendo tras él. Roberto vio su proximidad a la puerta e imprimió velocidad a su carrera, algo en su interior le decía que no seria fácil entrar por su hermano. Al llegar se lanzo con los brazos al frente y fue como intentar atravesar una especie de plástico que en vez de romperse se estiraba y trataba de regresarte ( Como un resorte gigante)
Parecía que nunca llegaría hasta Cástulo, pero logro alcanzar uno de sus brazos. En ese momento sus ojos se encontraron con los de una mujer, mas allá de su hermano, vaya que si es bonita pensó (Lastima que estoy casado) y todo pareció detenerse. (Si te quedas seremos inmensamente felices) Escucho la voz de la mujer, en el interior de su cerebro, a punto estuvo de dar ese último paso que le permitiría entrar por completo a la tienda y acompañar a su hermano y a la mujer por toda la eternidad...
...Pero repentinamente, se sintió jalado hacia atrás y sujeto fuertemente a su hermano, Hilario lo jalaba del cinturón y la tensión de resistencia que la entrada ofrecía, logro ganar la batalla y los lanzo como si fuera una resortera hacia el exterior, apenas se levantaron echaron a correr, alejándose de ese verde resplandor, cuando se detuvieron y voltearon notaron que el resplandor había desaparecido y solo quedaba la peña, impasible como siempre.
Hilario, jadeante reclamo- ¿También pensabas quedarte? Si no te jalo, se quedan los dos. ¿Pos que pensabas?
Cástulo sorprendido los observaba y observaba la marca que iba haciéndose más notoria en su brazo.
- ¿Que se traen? No le he ni pagado a la señorita.- Reclamo sorprendido.
- ¿Que le debes?-
- Este como tabaco y pipa- Mostrando los objetos. Sorprendidos los observaron.
-¿Todo el año no te alcanzo para pagarle? Pos que tanto hacías allá adentro.
- ¿Cual año? si acabo de entrar? Y ustedes ¿A qué hora se cambiaron la ropa?
Roberto E Hilario se miraron y sonrieron, Mucho tendrían que explicarle y contarle de ese año transcurrido.
Basado en una leyenda, originaria del pueblo de San Nicolás Tetelco, Tlahuac.
 11/10/2013
La Tienda

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