Revista Talentos

La viña de Pablo

Publicado el 12 agosto 2015 por Gogol
  • By gogol
  • In Extractos fascinantes
  • Posted On 12 agosto, 2015
  • Tags Cuentos,Historias cortas

Aquel hombre, llamado Pablo, tenía una viña de tres fanegas. Una viña de uvas blancas. En aquella tierra, para ser llamado rico, hay que tener cien fanegas por lo menos. Pablo era pobre y muy desgraciado, porque su viña formaba triángulo entre dos caminos muy transitados.
Pablo estaba solo, era feo, más bien viejo y holgazán, tanto, que se empeñaba en vivir todo el año con los productos de su viña. Y lo conseguía a su manera. En octubre vendía la uva en la misma cepa para evitarse acarreos. El resto del año paseaba por la plaza del pueblo fumando unos cigarros muy finos y sin hablar casi con nadie. Algunas veces se sentaba en el bordillo de la acera con la boina echada sobre los hombros y contaba los carros que cruzaban la plaza o las mujeres que salían de la iglesia. Cuando junto a él pasaba una moza de buen ver, la miraba de reojo y, muy bajito, le chistaba.
Un par de veces al año araba su viña con una mula de alquiler. Pero su trabajo fuerte comenzaba hacia la Virgen de Agosto, cuando las uvas inician la sazón. Entonces Pablo se iba a vivir a la viña, para guardarla mejor de los caminantes. Hacía un tendederín con tres palos y una lona y allí pasaba los días y las noches, siempre mirando hacia los caminos. Para defenderse de los hombres tenía una honda pedrera; para defenderse de los pájaros, ladraba. Y lo hacía tan bien que le contestaban perros lejanos.
Aquel año le ocurrió a Pablo un episodio muy grave cuando guardaba su viña, unos ocho días antes de vendimiársela. Por la tarde, cuando picaba, pero bien, el sol membrillero del otoño, de pronto, sin oírla, una moza muy frescachona se plantó ante la tienda de Pablo. Se asustó un poco el hombre.
—¿Qué quieres?
—Nada —respondió ella sonriendo maliciosa.
Pablo, por la sorpresa, tardó un poco en darse cuenta de las hechuras de la moza. Por fin, la miró con un amago de sonrisa, y chistó por lo bajo como solía hacer en la plaza. La moza comprendió, que lista era, y se sentó junto a Pablo.
—¿Qué tienes para comer?
—Melones, pan duro y vino.
—Si me mantienes te ayudo a guardar la viña. Cuando tú duermas yo vigilaré.
Pablo remiró a la moza. Contó los melones y los panes; luego, con los dedos, echó cuentas de los días que faltaban para la vendimia. Tornó a mirar a la moza; le palpó las piernas y el pecho, se rascó la cabeza, chistó de nuevo y dijo que sí.
Pasaron seis días enteros. Durante ellos los pájaros tuvieron algún solaz. Una noche, entre sueños, Pablo creyó oír ruidos próximos. Intentó incorporarse, pero se sentía muy flojón. La moza no estaba en la tienda. «A buen seguro, vigila», se dijo Pablo. Y se durmió confiado.
De madrugada creyó otra vez oír ruidos más intensos. Intentó incorporarse. Pero ¡estaba tan flojo! Dio voces. Vino la moza. Con la luz de la luna en la cara le sonreía amorosa.
—¿Qué quieres? —dijo ella maliciosa.
—Me pareció oír ruidos.
La moza se reclinó junto a Pablo.
—No pasaba nada, Pablo.
Pablo chistó por lo bajo.
Era muy de mañana cuando despertó Pablo. Una pereza de plomo le impedía levantarse, pero un moscardón terco le sacudía a la cara y, excitado, encontró fuerzas para incorporarse. Lo hizo con mucho trabajo… Se asomó a la viña. El sol le cegaba. Pero de pronto una blasfemia salió de su boca. Dos hombres y una moza cargaban serillas de uvas en un camión.
—¡Eh! ¡ladrones!, ¡ladrones!
Entró en la tienda a buscar la honda. No estaba. Intentó correr hacia el camión. Apenas podía.
Los hombres y la moza se reían de él mientras con premura cargaban la última serilla.
Pablo echó a correr hacia el camión con los puños en alto. Nunca le pareció tan larga su menguada viña. Jadeaba. Nunca tan pesadas sus piernas. Los ojos le hacían figuretas.
Ellos, sobre las serillas ya amontonadas en el camión, se reían de él y le decían obscenidades. El motor empezó a sonar.
—¡Ladrones!
Casi llegaba llorando entre las cepas y se revolcaba y empolvaba la cara.
El camión trepidaba cada vez más lejos entre una nube de polvo.

Francisco García Pavón

Publicado por: gogol Share

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Gogol 65 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revista