Y es que no estaba nada mal para ser un espantapájaros.
Revista Talentos
Nadie hubiera apostado un céntimo por él: fue magnate agropecuario, músico sinfónico, famoso actor teatral y cinematográfico, cantante new-age, piloto espacial, incluso minero en un asteroide; era como si algún brujo le hubiera dado vida con un conjuro mágico.
Y es que no estaba nada mal para ser un espantapájaros.
Y es que no estaba nada mal para ser un espantapájaros.