Las palabras ya no son,
Están despojadas y quietas,
Como el muelle de un puerto
Olvidado y lejano,
Son la cruz de madera
Que asoma en el campo
Entre los soles de la muerte.
Y…sin embargo,
Hay un silencio que habla,
Hay un vino macerado
En los labios del verso.
Emanan inexorablemente,
Bullen, huracán despiadado
Que arrasa y asola,
Que envuelve y devora.
Solo tus ojos hablan,
Las moras de tu mirada,
Golondrinas cíclicas,
Recurrentes, me hablan.