Lezama en mi memoria. Texto y dibujos de Ofelia Gronlier Lamar.

“¿Y qué tal de resonancias, jovencita?”
José Lezama Lima

Ofelia Gronlier Lamar (así la conoció Lezama).

Vas a pasear por La Habana, vas a conocer a Lezama desde una perspectiva nada endiosada, vas a disfrutar de una prosa hermosa, ligera, nada engolada; una prosa que vuela y se cuela por los recovecos de la ciudad que compartieron el poeta y su secretaria.

Hay reflexión, crítica y admiración en las anécdotas descritas que nos acercan al autor de Paradiso. El texto, que dibuja al Caballero en su quehacer diario, agrupa los recuerdos de una joven que, como si estuviese subida a una montaña rusa en movimiento continuo, vivió intensamente su relación con Lezama.

La Habana pre-revolucionaria, la batistiana, y La Habana condenada a la autocracia, por el barbado de labia fecunda apellidado Castro, se nos muestra perfumada por el olor que desprenden los pasteles de guayaba. Por este homenaje a la memoria de José Lezama Lima pasa la intelectualidad cubana: las hadas y elfos de la revista Orígenes, los malévolos trolls y los que fueron condenados al inframundo por defender, “en tiempos difíciles”, el poemario de Heberto Padilla Fuera del juego. Duendes de luz y duendes de oscuridad acompañan al poeta inmenso e inmerso en su cotidianidad.