Revista Diario

Llaveros con tortugas vivas

Publicado el 06 mayo 2013 por Nmartincantero

Tortugas

"La Tortuga primordial —dice Borges en su Manual de zoología fantástica— tiene la concha redonda por encima para representar el cielo y cuadrada por debajo para representar la tierra".  

De tortuga “primordial” a “tortuga llavero”. El último de la fila. El destino, el tiempo o los humanos se la han jugado al animal que encarna por excelencia la sabiduría y la longevidad. Es como si Obama se viese, de un día para otro, limpiando un retrete. Claro que de esto los chinos saben un rato; es justamente lo que le ocurrió a, entre muchos otros, su último emperador.

Me pareció tan surrealista la idea de estos llaveros cuando oí hablar de ellos por primera vez, en un comentario en este blog, que no sabía si creerlo, a pesar de que existe una petición de Avaaz que denuncia la barbarie de vender no sólo pequeñas tortugas, sino también pececillos y salamandras en bolsas de plástico por 10 yuanes (algo más de un euro) la unidad. Pero el otro día, al salir del metro, me encontré con uno de estos puestos. Estas bolsitas, que contienen algo de oxígeno y permiten que los animales vivan un par de semanas alimentándose de esos líquidos de colores, estaban a pleno sol. Después de todo, existen. Alguna mente calenturienta ha tenido la idea. En China, una vez más, todo es posible.

Esa misma mañana, de paseo por el parque, un hombre con tres dientes ofrecía tres grandes tortugas espachurradas en una jaula. Para sopa. Y por la tarde, al hacer la compra en el mercado, ahí estaban las tortugas de siempre, las tortugas con la cara más triste que se pueda imaginar.

Esa noche vimos en casa “La patrulla de la montaña”, la historia de un periodista que se une a una patrulla de voluntarios tibetanos encargada de perseguir a los cazadores ilegales de antílopes en el Tíbet. Duele ver los despojos de centenares de antílopes blancos desparramados por las praderas, pero el verdadero drama se esconde tras los rostros de los hombres que despellejan los animales, con menos dientes que el vendedor de tortugas.

“¿Qué otra cosa podemos hacer?” Se preguntaban estas gentes cuando, en la película, la patrulla los captura y los multa. Pues eso. ¿Qué otra cosa pueden, algunos, hacer?  

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La foto de arriba está tomada de aquí


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