Revista Talentos
Entré al cafetal, había mañana de poca luna con rayos golpeando mejillas. El colibrí tenía casa sin flores. Las nubes comenzaron flagelando ramas con hielos blancos, luego apedrearon todo. Entonces los cafetos acurrucaban sus granos tiernos. Cuando el sol volvía al cenit, quedé sin nubes, hecho poema y todavía respirando.