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Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, Pablo Tusset

Publicado el 18 noviembre 2012 por Jordi_diez @iamxa
Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, Pablo TussetSin duda la culpa es mía, pero he de reconocer que no me ha gustado demasiado esta novela.  Sé que cuando tenemos demasiadas expectativas en algo es difícil no sentirse decepcionado, y creo que es lo que me ha ocurrido con la ópera prima del señor Pablo Tusset.
Había escuchado tanto de esta novela, recomendaciones, una obra entre las cien imprescindibles de varias revistas de lectores, una película a sus espaldas, y ciento de miles de copias vendidas, que me esperaba otra cosa. Y lo que he leído no está ni a la altura de mis expectativas, ni lo que yo considero una buena novela. Hay que decir a mi favor que vengo de leer a Ray Bradbury, lo que impone, sin quererlo, un listón muy alto.
El señor Tusset recrea una novela basada en un personaje principal, Pablo Miralles, una especie de Baloo adicto al alcohol y a todo tipo de drogas, con una inteligencia superior, pero con una actitud ante la vida poco ortodoxa. De familia rica, el protagonista, que está de vuelta de todo, se ve envuelto en una trama familiar en la que su hermano, el heredero de la fortuna y el buen apellido Miralles, lo involucra deliberadamente y cuya situación se complica ante la desaparición de éste. Una historia toda ella que transcurre en la Barcelona de los años noventa. 
Este es un detalle que marca lo que menos me ha agradado de la novela, la continua referencia a iconos o imágenes de ese momento. Por ejemplo hace referencia en varias ocasiones a programas de televisión de esa época, lo que limita mucho la capacidad comprensora. Es decir, si un señor de Urugay lee que el protagonista se parecía al presentador X del programa X de Telecinco, no tiene ni idea de que le están hablando, y esta situación se repite en demasiadas escenas para mi gusto, con programas de televisión, famosillos de tres al cuarto de los que nadie se acuerda, marcas o productos que no son conocidos a nivel mundial, etc.
El autor intenta recrear la historia con un lenguaje divertido, desenfadado, utilizando formas fonéticas de frases en inglés, o de modismos típicos de algunas clases sociales o procedencias españolas, y cuajando la obra de palabrotas, pero creo que sólo consigue algo de frescura en breves ocasiones, dejando al resto de la novela invadido por un mal gusto excesivo. Y no lo digo porque yo sea precisamente un puritano de las letras, novelas como la saga de El laberinto de las aceitunas, de Eduardo Mendoza, o La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz, ya recrean este tipo de escritura, sin embargo, y a mi entender, lo hacen con la maestría que separa el genio de lo chabacano.
Después de toda la trama, una especie de juego de rol, o de fortaleza metafísica creada en la era medieval, no sé muy bien el qué, que debería dar sentido a muchas páginas de búsqueda del protagonista tras la pista de su hermano, se diluyen en una situación absurda. Pero no absurda por surrealista, sino por carecer de la fuerza necesaria para dar continuidad a la historia. Es como si en una novela de aventuras el protagonista subiera una montaña augurando una gran cumbre, con vistas impresionantes de la selva o un gran tesoro en su cúspide, y al llegar ni fuera cumbre, ni hubiera ningún tesoro más allá de un lecho fangoso rodeado de niebla… 
También creo que abusa de la repetición de los tics, o de las adiciones del protagonista. No hay una sola página en que no se fume un porro, por ejemplo. Ya ha quedado claro que Pablo Miralles consume marihuana y hachís, así como ingentes cantidades de alcohol, pero no creo necesario que cada vez que se envuelve un pito tenga que narrarlo: “se levantó y se hizo un porro, fue al baño y se hizo otro porro, se tomó un café y se hizo otro porro, se vistió y se fumó otro porro”, no me parece que aporte demasiado. Supongo que en el año de publicación de la novela igual la actualidad de la misma generó más entusiasmo del que señaló yo en esta reseña…, pero a mí no me ha generado excesivas simpatías.
Con un lenguaje no demasiado rico, soez en demasiadas ocasiones, una historia lineal poco creíble y un tanto absurda, envuelta en un entorno del que hoy apenas debe quedar nada, lo único que salvo con nota son las conversaciones metafísicas, que entre porro y porro, mantiene el protagonista con su colega de plataforma petrolífera, del que apenas sabemos su nombre y que fueron amigos en los años de juventud.
Resumen del libro (editorial)
¿Qué ocurre cuando Pablo Baloo Miralles, treintañero inadaptado y vacilón, holgazán, misógino, prostibulario, además de pariente pobre y conocido filósofo en la Red, se topa de hocicos con el misterio en un barrio pijo de Barcelona? A bordo de un deportivo con aire de pantera Bagheera, y con un humor inteligente, excéntrico y mordaz, Miralles nos conduce por una intrigante trama salpicada de alegrías etílicas, escarceos venéreos y páginas Web de dudoso contenido: el esclarecimiento de la repentina desaparición de su hermano, The First, presidente de Miralles & Miralles, la próspera empresa familiar. ¿Una fuga con la amante?, ¿la venganza de algún competidor estafado?, ¿un secuestro? Siempre de la mano de este tan impresentable como simpático Baloo de entre siglos, conoceremos a muchos personajes pintorescos: Gloria, la cuñada alcohólica con veleidades literarias; el patriarca Miralles, «difícil síntesis entre Winston Churchill y Jesús Gil»; el iracundo John, profesor de ontología en Dublín y coautor de una Teoría de la Realidad Inventada a medio postular; o la inefable Fina, heroína naïf de busto meritorio, cuyas aspiraciones románticas sobreviven a cualquier desaire. Pero lo que empezó como una misteriosa desaparición irá adquiriendo calidades oníricas y terminará llevando a nuestro Pablo Baloo hasta la Fortaleza: una invisible ciudadela incardinada en la entraña misma de esta nueva Barcelona de los prodigios. Este Pablo Miralles es un felicísimo hallazgo, y Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, debut literario de Pablo Tusset, la novela más sorprendente, divertida y brillante de las últimas temporadas.

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