Revista Diario

Lo que callas

Publicado el 20 noviembre 2016 por Evamric2012

LO QUE CALLAS

Te miro de buena mañana, de espaldas, con la taza de café humeante en el balcón. Tus labios lanzándole un suspiro a tu nube, esa de la izquierda, y con la mirada sonriente, la naranja recién exprimida, la gotita que cae en tu piel y te relames como si fueras una niña, con el pelo al tuntún, y dirigiéndote a la ducha con paso ligero mientras vas dejando preparadas las botas altas en el umbral de la puerta, y las llaves encima de la mesa mientras te llevas la radio allí donde vas.

Cuando abres la puerta, ya de regreso, y con ese ceño fruncido, sé cómo te ha ido. Habrás tenido una movida con alguno de tus colegas, o el jefazo seguro que habrá vuelto a ponerte ojitos para que le echases una mano a última hora, y sé que tendrás que ocuparte de ese par de asuntillos y dispondrás de poco tiempo, y entiendo ese mohín, nena. Me besas con la mirada, que te devuelvo con la más pillina de mis sonrisas. Mientras te propongo salir a buscar una sopa china de esas que tanto te gustan, te muerdes el labio inferior, y ese otro suspiro te delata ¿Qué te pasa? Alzas la vista al cielo y sonríes con desgano. Lo sé, no me hace falta ni imaginármelo, no me lo cuentes, otra movida con los de siempre. Me acerco a darte un abrazo. Todo va a pasar, date tiempo, todo pasa, seguro, como tú me dices siempre.

Entrada la noche, mis ojos se humedecen, les cuesta no mojarse en el pantano de la ciénaga de tu mirada y no ahogarse en lo que testarudamente me niegas para no hacerme sufrir. Y te tragas las lágrimas tras el cristal de tus pupilas.

Y cuando esto sucede, tú ni te has percatado, pero yo puedo advertir, al contemplar la escena, que puedo adivinar lo que sientes con tan solo encontrarte en un beso, cruzarme con tu mirada y acostarme en tu sonrisa.

Fotografía: Werner Bergmann. El cielo dividido, bajo la dirección de Konrad Wolf, 1964.


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