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Los finales abiertos no son finales

Publicado el 21 enero 2012 por Zilniya

Los finales abiertos no son finales

“Se termina la temporada con un final abierto“, habréis oído por enésima vez cuando hacen publicidad de vuestra serie favorita (sea de TV, Internet, serie de novelas, etc.). La actual moda de dejar series y novelas con un supuesto “final” inconcluso, en que no se descubre el misterio, no se sabe que decisión tomará el protagonista, si se atrapará o no al malo, etc. ha convertido a este clásico recurso literario en un temido enemigo de los amantes de las historias con principio y conclusión. Pero el quid de la cuestión es:

¿Qué es realmente un final abierto?

Originalmente, el “final abierto” no era más que un recurso para enganchar al lector/espectador a una historia lo bastante larga como para ser planteada en varios capítulos/episodios. Un “continuará” para ser más exactos. Explotar la curiosidad del lector/televidente para mantener latente su expectación en pos de la próxima entrega. Dejarles con la miel en la boca.

Pero ¿qué ha pasado ahora? En el mercado de las novelas y los guiones, ya no basta con creer tener una historia completa para reproducirla en su totalidad: falta de presupuesto, baja audiencia, un guión demasiado enrevesado, “hartura” del autor en continuar una historia para la cual no preveyó una conclusión a tiempo… En definitiva, historias que se quedan a medias. Y para salvar la ocasión, se comenzó a usar como eufemismo el “final abierto”.

Recursos literarios, sin abusar

No estoy en contra de los finales abiertos en sí, no se me malinterprete. Puede ser un recurso útil en microrrelatos (brevez obligada y finales sorpresa), historias de miedo (¿hay o no hay fantasma?, la duda aterra…) y alguna que otra historia de ciencia-ficción (aún quedan misterios a descubrir por la humanidad). Varios autores juegan con la posibilidad de libre interpretación de un final abierto para impulsar al público a meditar en las consecuencias por sí mismos.

En definitiva, lo que me parece exasperante es no el uso, sinó el abuso. No tendré que hacerme la “perdida” para poner ejemplos de desilusionantes finales abiertos después de estar día tras día, semana tras semana, para saber al fin el qué-cuándo-dónde-cómo-porqué de todo el calvario que pasaron esos personajes con los que uno empatizó. Porque andar el camino en sí es agradable, pero no llegar a ninguna parte es frustrante. Y lo que me ha llevado a ser muy reticente a la hora de querer seguir series largas.

Musas al borde de un ataque de nervios

Con lo difícil que es encaminar un historia propia y original, sólo faltaba que la musa te apuñale a traición diciendo que “así y así tuvo que acabar esa otra historia que andábamos viendo o creo que esto se debió a aquello o, no, cámbialo, podría ser por lo de más allá, pero qué más da porque no es oficial…” Eso es lo más trabajoso de este tipo de musas, que quieren terminar el trabajo que dejaron otros a medias. Si no os lo creéis, preguntad a cualquiera que haya escrito (o deseado escribir) un fanfiction.

*Otros puntos de vista interesantes sobre los finales abiertos:

Pere Calders, considerado uno de los mejores cuentistas de la literatura catalana, abogaba por los finales abiertos (…). “Si acepta el juego, siempre le quedará un desafío después de la lectura, una invitación a pensar en soluciones por cuenta propia que le permitan adaptar las salidas a sus preferencias personales. El cuento es un magnífico instrumento para este ejercicio mental. Considero que es conveniente tenerlo presente a la hora de abrir cualquier libro de narraciones breves”, expresaba Calders.

“¿El final abierto o final cerrado en el cuento?” en Escribirparapublicar

Pero la importancia del desenlace en la estructura del cuento no reside únicamente en cerrar o dejar abierta y en suspense la acción, sino también en satisfacer las expectativas del lector “haciéndole sentir que valía la pena consumir el tiempo en la lectura”[21]. La crítica considera que la mejor manera de llenar las expectativas del lector es a través de un desenlace sorprendente, cuyo objetivo primordial es dar una nueva dimensión al relato, mediante una agravación inesperada y definitiva del conflicto desarrollado en el relato para que éste se grabe en la memoria del lector y llegue a lo más hondo de su sensibilidad. Enrique Anderson Imbert considera que un desenlace es soprendente “cuando con un truco el narrador engaña al lector y en los últimos renglones lo desengaña con una salida inesperada [22].

Revista Espéculo, número 31

¿Y tú qué prefieres? ¿Cerrado o abierto?

Opiniones vía Twitter:

Buenos días, muy interesante artículo, ¿qué opináis? RT @microversos: Los finales abiertos no son finales – wp.me/pnnLP-fg
Yolanda GonzálezMesa (@tintaalsol) January 21, 2012

Considero muy acertada la diferenciación uso vs abuso.Prefiero final, y si acaso un nuevo hilo para siguiente parte@tintaalsol @microversos
dandocoloralosdias (@dandocoloralosd) January 21, 2012

@microversos me gustan los finales abiertos como los de #Cortázar. Se trata de jugar con el lector y no ser amo de la historia.—
Renzo Arbocco (@renzoarbocco) January 25, 2012


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