Revista Literatura

Los Portadores - Capitulo 12 " Ausencia y Dolor"

Publicado el 05 abril 2012 por Stefy @MiReflejoPapel

-¡Lena! ¡Lucy! -gritó Eleonor, con el corazón desbocado, encuanto atravesó el umbral de la puerta principal de su casa, guardando laesperanza de que sus hijas hubieran regresado a ella por algún motivo. Pero suvoz se vio dirigida a una casa vacía.Todo estaba exactamente igual a como lo había dejado lapasada noche, antes de dirigirse al comedor en compañía de su esposo,previamente al ataque. Theo ingreso a la casa tras ella junto a Max y Elisa.Tras haberse enterado lo que les había ocurrido a los padresde la chica, no tardaron en ofrecerle cobijo en su casa. Ella aun lucía abatiday triste por todo lo ocurrido, lo cual era de esperarse en su situación. Ingresar en la casa de los Lesters era para Elisa lasituación mas incomoda que jamás hubiera vivido. Aquel día había tenidointensiones de lastimar a Lena, y ahora se encontraba en su casa, con sufamilia, aceptando el refugio que ellos le ofrecían. Una parte de ella queríasalir corriendo de aquella casa y alejarse de todos ellos tanto como pudiese,pero solo le quedaba su casa. Una casa vacía, sin vida, una casa que ya no erasu hogar ni lo volvería a ser jamás. Si pensar en ella le provocaba un dolorinsoportable, volver a entrar allí, la desgarraría por completo.En ese momento estaba más que agradecida por la bondad deaquella familia, ya que no tenía a nadie más. Sus padres, ambos, habían sidohijos únicos; sus abuelos paternos habían fallecido antes de que ella naciera;y sus abuelos maternos habían sufrido un accidente cuando ella era pequeña.Aquel mediodía, cuando los Lesters decidieron regresar a sucasa en busca de las muchachas, Elisa no pudo evitar sentirse culpable por todoel revuelo.Si yo no hubieraagredido a Lena, ella y Lucy no se habrían marchado. Si no se hubieranmarchado, ambas estarían aquí, en su casa. Si algo llegara a pasarles, será miculpa.Ajena a los pensamientos de los demás, Eleonor se dirigióvelozmente hacia la habitación que compartían sus hijas. Sabía que no seencontraban allí, pero se negaba a rechazar su única esperanza.Theo la siguió, presintiendo lo que ocurriría. Al acercarsea la puerta de la habitación de sus hijas, vio allí a Eleonor, arrodillada enel suelo y llorando como si su enorme y gentil corazón se hubiera roto en mil pedazos.Se acomodó a su lado y la abrazó fuertemente, intentando consolarla inclusoaunque compartía el mismo sentimiento de perdida; intentando ser fuerte paraque no todo se derrumbara a su alrededor; intentando ser fuerte porque alguientenia que serlo.
Max echaba miradas de reojo hacia donde se encontraba Elisa,observando y analizando si ella también se derrumbaría allí mismo, ya sea porsus padres o por las gemelas. La chica parecía a punto de vaciar su estomagosobre el suelo de madera de su modesta casa.-¿Te sientes bien? –preguntó sospechando cual sería larespuesta, la cual no fue muy diferente a la que imaginaba.-¿Dónde esta el baño? –quiso saber mientras su rostro perdíacualquier rastro de color. -Por ese pasillo, la primera puerta a la izquierda –señalócon el brazo hacia la dirección que había dicho, incluso aunque Elisa seencontraba ya corriendo hacia allí. Era de esperarse lo que ella hizo una vezhalló el baño.Max permaneció en la sala, quieto mientras oía el llanto desu madre, los consoladores susurros de su padre y el malestar de Elisa, peroaun así no le hacía caso a nada.Era como si su mente se hallara en otra parte, buscando larespuesta de una pregunta que no se atrevía a hacer: ¿Qué ocurriría ahora? Surespuesta inmediata fue que nada volvería a ser como antes, ni su madre, ni sufamilia, ni el mundo en el que había crecido, ni siquiera él mismo.Se sentía furioso con todo, con las criaturas, su gente,consigo mismo, y lo peor era que además se sentía inútil, incapaz de hacer algotan sencillo como cuidar de sus hermanas y protegerlas. La idea de que algomalo les llegara a pasar le enfermaba y le hacía desear romper todo lo quehabía a su alrededor.Enceguecido por un impulso destructor, se dirigió al patiotrasero de la casa, a una pila de troncos de leña que se hallaban a un lado,junto con un hacha, palas, varias herramientas de jardinería. Siempre habíasido responsable con su poder, nunca lo había utilizado innecesariamente, peroaquel día nada le importaba más que seguir el impulso de querer destruir algo.Cargado por oleadas de odio, enojo, pérdida y dolor, no lecostó mucho manifestar una poderosa descarga eléctrica que envió hacia la granpila de troncos. El impacto hizo que muchos de estos  volaran en mil pedazos y sus restos se vieransuspendidos en el aire, cayendo como una lluvia de astillas. Pero aun así, noayudo mucho a descargar sus emociones por completo.Luego envió otra descarga, tan intensa como la anterior alos troncos que aun parecían más enteros, destrozándolos a estos también.Ya no quedaban troncos con los cuales descargarse, los habíadeshecho a todos. Frustrado y aun molesto, dirigió una descarga a la tierra,muy próximo a donde se hallaban las palas, las herramientas y el hacha, yhaciendo que estos también volaran por los aires.Para su desgracia, el hacha rozó su costado derecho, cercade las costillas y le provocó un corte lo suficientemente profundo para sangrary doler, pero no para provocar daños graves. Perdió el equilibrio y calló alsuelo, intentando sujetar su herida para evitar derramar mucha sangre, peropara su sorpresa, el dolor de la herida le ayudo a distraerse del dolor y larabia que sentía por dentro.Pero sobre todo, le ayudó a expulsar esas lágrimas que su orgullo no lepermitía dejar escapar.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revistas