Revista Talentos

Mar de patrioteros

Publicado el 24 septiembre 2015 por Perropuka

Mar de patrioteros

Los artífices que nos han de llevar al mar...en mil años

No solo habíamos sido campeones para celebrar esporádicas victorias de la Selección con ínfulas de haber ganado un torneo internacional. Como secularmente nunca hemos ganado nada (salvo el Sudamericano del 63, que confirma la regla) nos consideramos por defecto los campeones morales de todas las causas habidas y por haber. Hoy, 24 de septiembre, también ganamos, en mesa de terciopelo, la fase preliminar de la reivindicación marítima, una suerte de playoff o repesca contra los malvados piratas chilenos que no quieren compartir el anchuroso océano Pacífico, menos concedernos una lengua de playa para ir a remojar los pies. El torneo jurídico recién empieza y ha de durar entre cuatro y seis años, aseguran los leguleyos y otros especialistas en pelucas y togas. Pero no importa, los jueces de La Haya dijeron que sí al trámite para marearnos varios años como en todo juzgado, y había que festejar la ventaja en el primer metro de la maratón. Acariciamos la puntita del iceberg y ya queremos plantar nuestra bandera.

Días atrás, el gobierno había instruido a todas las reparticiones públicas que izaran la bandera marítima, otro trapo de reciente creación que por lo visto se asemeja a la enseña neozelandesa, bien azulada pero con la tricolor y wiphala diminutas, juntas en una esquina del cuadrilátero. Nuevos himnos acuosos para inflar el pecho no hacían falta, ya que apenas acabada la Guerra del Pacífico, poetas y músicos hallaron suficiente inspiración para entretejer la épica de la derrota, comenzando por el ejército siempre cubierto de gloria aunque haya abandonado a su aliado peruano. Al día de hoy, Bolivia es probablemente unos de esos raros países sin mar con más himnos dedicados a la temática marítima. Todos quieren aportar su granito de arena a la playa ficticia, como los oportunísimos patriotas emponchados de Los Kjarkas que no solamente actúan gratis como embajadores del Proceso de Cambio, ceden sus terrenitos -con sana visión empresarial- para megateatros sino que también acaban de estrenarse como magníficos cantores del mar cautivo. Y cosa rara, ni un diploma oficial por tan valiosos servicios les ha caído. Al papa Francisco por obra y gracia del espíritu santo le concedieron el Cóndor de los Andes, pues no hizo otra cosa que pasear su calva por estas aguerridas tierras sin pan.No quería ser ajeno a la fiesta marítima con desfiles escolares y marineritos de oropel que los comités de agasajos prepararon. Desde anoche se instalaron vigilias y otros "actos de desagravio" –por recomendación del amador líder- en varias oficinas estatales y sindicatos afines, a la espera del fallo fatídico de esta mañana. Antes de que salga el sol prendí el televisor y ya los medios estaban calentando motores para el gran acontecimiento. En algún canal flameaba una banderita azul como logotipo; en otro ya sonaba de fondo los acordes de “La Patria”, el horripilante canto de moda en la Bolivia evista; por allí una presentadora lucía una escarapela en el pecho. Las imágenes iban y venían entre entrevistas a diversos analistas y entre escenas en vivo de los cuarteles cochabambinos pasando revista y entonando la Marcha Naval. …que pronto tendrá Bolivia otra vez, su mar, su mar… bien recordaba yo de mis tiempos escolares, aguardando prontamente que se acabara el apolillado himno y callara el acordeón desafinado del profe de música. Por lo visto, décadas después siguen torturando a los estudiantes y a los reclutas con lo mismo.Como en tiempos del Mundial de fútbol, las autoridades instalaron pantallas gigantes en algunos sitios para recibir las sagradas notas del himno, perdón, del veredicto de la corte holandesa. Mientras tanto movilizaron a muchos colegios con sus respectivas bandas de guerra en cierta plaza del centro cochabambino, lo mismo que tropas selectas de algún regimiento para darle marcialidad al asunto. Por supuesto que el Comité Pro-Mar de cada ciudad se andaba congregando ante la estatua respectiva de Eduardo Abaroa, el héroe más celebrado de la historia, tanto que colegios, mercados, sindicatos y hasta el premio nacional de cultura llevan su nombre.

Terminé de desayunar y aguardé unos minutos a la espera del instante final. En la tele, el gobernador, jefes militares y policiales y otros recios patricios de última hora comandaban las sillas en el salón de prensa de la gobernación. Se oyó la palabra mágica, como equivalente al gol, y un sonoro aplauso recorrió la habitación. La Corte Internacional de Justicia se declaraba "competente" ante la demanda boliviana, y eso fue suficiente para que se desatara la algarabía. Las televisiones se sumaban al festejo con titulares grandilocuentes entre los cuales no faltaban las etiquetas ‘dignidad’, ‘soberanía’ y ‘justicia’. Todo el mundo dando por hecho que el mar nos iba a llegar por decreto. Cero mesura, cautela o sentido común. Ya podemos seguir construyendo más barquitos de papel, con el capitán de la nave plurinacional conduciéndonos a mares insospechados. Mar de patrioteros

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