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Marcelo Tinelli

Publicado el 03 junio 2010 por Maestroansaldi

Siempre entusiasta pero sin jactarse. Seguridad en las mesas. Detalle y precisión. Seriedad sonriente, dientes blancos y mirada amable.
Recuerdo cuando atendí a Marcelo Tinelli y a su familia en Bella Italia. Amorosos, aunque Paula y Cande un poco exigentes y a la vez distraídas. Recuerdo que al llevar el apettizer, Paula le preguntó a Marcelo qué era eso. Pucha, pensé, ¿por qué no me pregunta a mi que estoy aquí en la mesa?. Bueno, ese es un dilema para un mozo, meterse o no. Mi opción es meterme, asesorar a la persona aunque no me hayan preguntado a mi; creo que ese detalle pesa en la propina. La cosa es que luego me piden los platos principales y no se qué me habrá pasado ese día pero me pidieron tres platos de pastas y una trucha. La cosa es que yo les llevé tres truchas y una pasta que encima no coincidía con la pasta que ellos me habían solicitado . Un fetuccini con alcauciles que a mi me encantaban. Todos quedaron mudos cuando bajé los platos y se prolongó el silencio unos insoportables segundos hasta que Tinelli dijo: pero esto no es lo que te pedimos. Y yo conciente de mi error desde antes de bajar los platos y con cara de perro lastimado dije: uyyy, discúlpeme mi estimado, mil perdones, ha sido un error de la cocina. Enseguidita lo solucionamos y en veinte minutos tienen los platos correctos. ¿Veinte minutos?- preguntó Paula. Y me los quedé mirando. Mi cuerpo un poco en reverencia, con mi mano derecha semi extendida y mi cristal blanco cruzado. No se preocupe, comeremos las truchas, dice Tinelli. Y yo respiro por dentro y digo: buena elección señor. El pescado es bueno, tiene fósforo.
Recuerden: siempre estoicos y siempre la culpa es de la cocina.

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