Revista Diario

Maternidad Subversiva

Publicado el 26 agosto 2016 por Joanaabrines
Maternidad Subversiva 
Siempre había oído hablar del miedo instaurándose en el cuerpo de la mujer embarazada pero apenas del placer de gestar, parir y criar. Mi madre me explicó buenas experiencias en su proceso de maternidad pero ni en mis mejores sueños, imaginé un embarazo tan placentero. Me sentí una mujer llena durante 9 meses. El embarazo lo viví como un estado sexual, todos los órganos de mi cuerpo estaban hinchados, rozándose, acariciando el placer de los orgasmos sutiles, aquellos que no se dicen con palabras. Al abandonar el riesgo de aborto y las dichosas pruebas del primer trimestre, nada de miedo al contrario una fuerza antigua que sabe se apoderó de mí. Le agradezco el acompañamiento amoroso a mi compañero de vida y padre de nuestra hija, gracias Joan por el regalo y por tu entrega, amor, amabilidad, respeto durante el embarazo, parto y lactancia, y al grupo de preparto y postparto por los encuentros en Inanna, la presencia durante todo este tiempo, las vivencias compartidas y los cantos carnáticos que continuamos entonando cuando nos vemos, ahora con nuestros bebés en brazos. Meses de lecturas y preparación a un nuevo estado de mi vida me llevaron a conocer a Laura Gutman, Michel Odent, Carlos González, Julio Basulto, Gill Rapley, Emmi Pikler, malasmadres y madres subversivas. En los círculos maternos se habla del “síndrome del nido” que yo no sé que es pero recuerdo haber vivido el último trimestre con la energía de un mamífero o mejor dicho, de una manada de mamíferos en plena migración. Superpoderosa con dos corazones dentro latiendo al unísono. Tuve la suerte de no trabajar y aproveché aquel momento para llenarme de amor, de risas, dejarme querer, cuidarme, nadar, pasear, hacer yoga, cantar y aprovechar cualquier ocasión para descansar y llegar fuerte al momento del parto. Durante la primera semana del año, a pocos días de la llegada de Sofia a nuestra vida, le escribía mensajes para decirle que ya estábamos preparados para recibirla cuando ella quisiera llegar. "Las mujeres sabemos parir y los bebés saben nacer" me cantaba como un mantra cada mañana antes de desayunar, después de comer y a la hora de cenar. La comunicación intrauterina va mucho más allá de las palabras. Y así llegó el precioso instante de parir. 

Viví el parto como un viaje placentero y lleno de recovecos, lo transité con el apoyo de mi nueva familia que llegó para quedarse. Mi hija antes de nacer, ya me enseñó que hay sensaciones que se definen mejor con un fonema, sin necesidad de hablar. La “a” continúa siendo mi vocal. En paritorio una puertecita separa una sala de la otra, una puertecita separa una energía de la otra y la misma puertecita tiene connotaciones distintas según la experiencia de la mujer que lo vive, la luz cambia y el tiempo tiene forma elástica, para nosotras se detuvo con luz tenue en la piscina del hospital. Fue un día maravilloso de invierno, lluvioso por fuera, cálido por dentro. ¡Y allí empezó el rock'n'roll! Lo llaman expulsivo porque sale la leona que llevas dentro, pero yo seguía en modo delfín o sirena como prefieras llamarlo, dilatada sin problemas quería permanecer dentro del agua bajo el control de la dilatación pero empezaban los pujos y gritaba como si estuviera en la selva. Lo llaman parto natural porque sin medicación acaricias el éxtasis con la punta de los dedos en cada contracción. No sé explicarlo pero la sensación es la de estarse abriendo al mundo sin miedo, a pelo, dejando que te atraviese una fuerza que te sale de las entrañas para no volver a ser nunca más la misma. Movimientos de un cuerpo dentro de otro para dejar paso a un nuevo estado, el de nacer, el renacer. Y juntas nos dimos a luz. “Yo ya no soy yo, soy otra” como escribo en el poema ilustrado "Parir, ¡Bendita Salvajada!". 


Tu nacimiento fue luminoso. Por puro azar o por un sentido de la comunión entre los tres ha quedado grabado en un vídeo de 10 segundos el momento que llegaste al mundo, saliste de mí y reptaste hasta mi pecho y empezaste a mamar con la de la que sabe y como si lo hubieras hecho toda la vida. Estuvimos horas piel con piel en el paritorio y desde aquel día sigues mamando, alcanzando el nivel experto. He explicado el parto y creo que nunca lo olvidaré pero lo escribo para leerlo cuando necesite revivir la sensación del baile de hormonas empoderándose de mí, de estar fuera de mí estando muy adentro. Y yo desde mi pequeña cueva, también reivindico el embarazo, el parto y la lactancia como un período de exploración, explosión y apertura en la vida sexual de las mujeres como lo hace Maria Llopis en cada una de las entrevistas del libro “Maternidades Subversivas” que me ha acompañado durante este tiempo. Volvería a parir, una y cien veces. Ahora habito mi útero de madre y mujer empoderada con errores como todas, sin demasiadas presiones para alcanzar la perfdección que no existe y adaptándome a los cambios que en tema de maternidad son rápidos, fugaces. Sin darte cuenta ya estamos en otra etapa, la alimentación complementaria y el movimiento libre. De ahí que la mujer necesite 9 meses más de exogestación para poder digerir el re-nacimiento. En cada ciclo menstrual, en cada orgasmo, en cada cambio de luna, en cada acogida hay nueva vida en mí. Simplemente soy una madre subversiva, más. Sin miedo al cambio que significa parir.
Maternidad Subversiva Extracto del libro "Maternidades Subversivas" de Maria Llopis.

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