Revista Diario

Memorias:

Publicado el 19 febrero 2018 por Lauraps

Memorias:
Podía recordar las palabras que escribía, recordaba también hacerlas propias, pero todo había pasado tan rápido que ni siquiera me había dado cuenta de que el tiempo había volado. Me encantaba escribir, era mi vida. Solía hacerlo al lado de la ventana donde la naturaleza me proveía unas preciosas vistas, con una vela encendida para crear mi propio ambiente, no entendía las teclas de las máquinas de escribir, de hecho, no me gustaba demasiado la mecanografía, así que, lo hacía a mano y se lo pasaba a mi representante de aquellos tiempos para que moviera algunos hilos y pudiesen juntar todas mis palabras creando un maravilloso libro lleno de historias que compartir.No sabía cómo lo hacía, pero también recuerdo que mi público me amaba, me esperaban delante de la puerta de las pequeñas librerías para oírme hablar de mi libro, era como una pequeña estrella que iba brillando poco a poco en el cielo, deslumbrando a los grandes escritores con palabras diferentes y únicas. Siempre habían críticas pero nadie podía resignarme a dejarlo, para mí los insultos eran trampas para estúpidos donde podían resbalarse y caer sin darse cuenta. Me contoneaba con gente importante, me trataban con amabilidad, algo que siempre había querido en mi vida, tras momentos difíciles y complejos, tras una humildad extrema durante tantos años, era como si el Universo me hubiese pagado todo ese esfuerzo y paciencia de mi parte en mi día a día.Era joven, muy interesante a ojos de las mujeres. Mi aspecto atlético, mi cabello de color negro intenso, mis ojos verdes, mi tez algo pálida y mis labios gruesos, las llevaban de cabeza, pero no podía estar con alguien solo por mi dinero, por ello, he estado solo durante tanto tiempo, he vivido una especie de aislamiento obligado que difícil era de alejar. Oportunistas, ambiciosas, poderosas y viudas mujeres, trataban de embaucarme con su belleza, a pesar de mi huida constante. No podría decir que no me hubiese atraído ninguna... Recuerdo aquella cabellera rojiza, unos intensos e impactantes ojos azules que atrapaban a cualquiera, esos labios gruesos con sabor a fresas y su figura, tan cercana, sensual y tersa, no pude negar mi atracción hacia ella, llevaba tanto tiempo sin oler a una mujer que caí en sus redes como un estúpido, me costó mucho dinero mi ceguera pero, conseguí aprender la lección y no volver a caer en las garras de una fiera como ella.Mis mensajes llegaban a la gente, libro tras libro, me mantenía en mi línea de originalidad, hasta que llegó un momento en el que el mundo cambió. Los ordenadores, internet... todo esto afectó mucho al nivel de ventas de mis libros, mi forma de escribir empezó a ser antigua, a resentirse... ya no tenía ni idea de qué quería la gente de mí, las críticas eran demasiado duras conmigo. Estuve tanto tiempo sin escribir que apenas recordaba cómo se hacía mientras, caía en el círculo vicioso de la bebida. Había descendido mi calidad como escritor y estaba oficialmente, bajo presión, tenía que sorprender con el siguiente libro. Tras nueve libros publicados, este fue el que más difícil me resultó de escribir, de completar, de corregir... pero lo hice, entré tanto en la modernidad y aprendí tantísimo de ello que decidí plasmarlo en aquel libro que me abriría las puertas de la juventud.Pasé por muchas subidas y bajadas en la escritura, incluso conseguí equilibrar mi consumo de bebida hasta tal punto de no beber ni una gota tras tener tanto éxito, mi intolerancia a las críticas fue lo que me llevó a ello pero no me di por vencido tan rápido. Ahora, sigo al lado de la ventana, recordando mis triunfos y mis fracasos, los buenos momentos mirando aquella vela con esencia de melocotón y veo cómo ha pasado todo, cómo he terminado por escribir mis memorias como si ya no hubiese otro con el que seguir adelante, ya no había más que decir. No tenía demasiadas ganas de seguir con esto por mucho que mi corazón sí quisiera, mi mente ya no es lo que era, mi expresión iba perdiendo sentido, al igual que mis ganas de vivir, estaba cansado y entristecido por tener que ver mi último éxito pasar tan deprisa, con tal fulgor como el último.Lo tenía entre mis manos, era lo más parecido a tener un hijo, algo que salía de ti, preciado, amado y sentido. Este libro iba a ser el último, el que marcaría mi carrera entera, el que presentaba un antes y un después de mis días, de los miles de momentos compartidos con las palabras y la suavidad de mi expresión, la originalidad misma que ponía en ella. ¿Qué haría después de esto? ¿Una rutina como cualquier otra persona del mundo? ¿No más lectores, fans, escritores? Aislado, compasivo y en una apta soledad, viviendo en el monte cerca de los árboles, para respirar aquellas palabras que antes estaban escritas en papel.

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