Merkel Melodies

Tener una ventaja de veinte puntos y perder un partido en tiempo de descuento es, cuanto menos, un gesto de muy poca sensibilidad, amén de un poco hortera. Como si James Bond en el casino se arremangara nervioso la camisa o como si, no sé, la Casa Real decidiera, en vez de hacer una rueda de prensa aburrida y con tapices, mandar a los medios un tuit.
Ahora que se termina Breaking Bad es posible que todo el mundo deje de hablar de The Wire, lo que me lleva a confesar que acabaré de ver Mad Men el día que me deje hacer sufrir. Revisar El ala oeste de la casa blanca, o leer Los Buddenbrook es  como enamorarse y desenamorarse, elegir el plato de la carta, cambiar de piso, comprarse un perro o inventarse una nueva identidad: debe hacerse cuando uno esté preparado, no cuando lo diga Facebook. Es más o menos lo que ha ocurrido con las Olimpiadas de Madrid, o con el Eurobasket, o con Miley Cirus sacando la lengua en un escenario: si vas a jugártela con algo importante ven llorado de casa.
El otoño ha venido y parece que no se atreve a llamar a la puerta, temeroso quizás de que Alemania lo divida en bonos y lo cobre a deuda variable a quince años: oro parece y Merkel otra vez. Tengo encima de la mesa los inicios de un guión prestado para corregir, el mayor gesto de confianza hacia lo que podría ser la nueva gran novela americana. Ojalá todo fuera siempre así, páginas emborronadas que se pueden reescribir las veces que uno quiera, pero es que ay, amor, Europa nunca se pareció a una novela negra. Cuando me preguntan por qué discuto siempre con Alemania y me gusta tanto Francia es porque presiento que nunca veremos ganar a España. Pero qué esperabais de la ópera, ¿un final feliz?
Merkel Melodies es un ¿homenaje? a Merrie Melodies.
What's Opera, Doc? (1957) de Chuck Jones es el mejor cortometraje de animación de la historia.