Sonrió levemente. Ahora comenzaba la cuaresma.
Revista Talentos
La impunidad que le otorgaba la máscara había finalizado. La iniquidad de sus rasgos desapareció junto al maquillaje por el orificio del lavabo. La toalla arrancó cualquier vestigio de criminalidad de su rostro. Cambió sus estrechos ropajes por una amplia túnica. El carnaval acabó.
Sonrió levemente. Ahora comenzaba la cuaresma.
Sonrió levemente. Ahora comenzaba la cuaresma.