Revista Diario

MÉXiCO y yo LA IGUANA (2)

Publicado el 12 agosto 2015 por Evamric2012

MÉXiCO y yo LA IGUANA  (2)

Y ya prontito, llegas, así no más de Chilangolandia a España, con un ¡Quiubo, mi chaparrita, linda! Que me llego hasta allá para cantinflearte, íjole, que aún nos queda un tantito de tiempo antes de que nos llegue la calada.

Clarín, cuatache, le contesté que ahora que llega México a España, como cada vez que llega (y hacía años, eh?) que empiece la cura y corra la chela, y la tequila y los mezcales, qué menudo chingalazo!!.

Y ya luego, mientras lo/s espero, empecé a recordar y cómo te eché los perros porque fuiste tú quien me aconsejó pararme en Tule, enojarme con los peseros (que casi me costó la vida, por ir de chilonga), pero fuiste tú también quien me dijo, Chaparrita (es mi apodo), cuando andes por Oaxaca no dejes de pasearte por Puerto Escondido, Angelito no, que allá están todos los gringos.

Con lo cual, de Oaxaca, con el camión y de paso, paré en Puerto Escondido: el Paraíso en la tierra. Allá por inicios de los 90 no había ni Dios en aquel pueblito, sólo iguanas que salían de cualquier lugar, y caminaban por la calle como Pedro por su casa, ahora ya no, que corrió la voz como corre la tequila, y ya lo estropearon y empezaron a cazarlas. Los hoteles estaban vacíos, las cantinas, y sólo había playa y caballos y palmerotas. Alquilé uno (caballo) y aquello era el Edén, galopé como loca por la playa, disfruté de los coctelitos de camarones, de los cucuruchos de maní, y los taquitos de canasta, y al pastor, de aquellos jugos de sandía, papaya, de las nieves de limón, de las sombras de aquellas palmeras en las hamacas a la luz de la luna, y de un paseo en barca cogiendo de la mano a las tortugas marinas, bailando con peces, y desobedeciendo me llegué hasta Puerto Angelito, íjole que sí, que ojitos azulones tenía razón, que allá estaba media Gringolandia, así que me regresé para Puerto Escondido a las pocas horas, eso sí después de comerme unos mangos con chile.

Cuando llegué al hotel, me avisó el de la recepción el primer día que podía encontrarme con alguna iguana en el cuarto, y que la ignorase así no más, que de hacerlo (ignorarla) no hacían nada, y que lo avisase a él que ya se ocupaba de desalojarla.

Y así le hicimos.

Los tres días que estuve antes de salir para Acapulco, el último, me despierto y me veo a una iguana de cara y de frente, tan requetechula ella, la ignoro así no más como la que no quiere líos, como me dijo el tipo, y voy a darme la vuelta para salir del otro lado y zasss, otra iguana, mirándome a los ojos, y pienso, Eva, mijita, ignóralas y ve deslizándote de a poquitos hasta los pies de la cama, y veo a dos iguanas correteando por el piso, y ya empiezo a pensar que tengo una plaga de iguanas en el cuarto y que no cunda el pánico. Luego ya me contaron que es que van en grupo, en plan manifa, y que era normal. El problema es que el teléfono me quedaba justito al lado de la cola de la iguana que tenía a mi derecha, y ¿cómo le hago? pensé. Respiro, miro a la iguana a los ojos, ella a mí, a la otra la sigo de reojo, (esto es como mear en un chiringuito y buscar el papel mientras estás sujetando la puerta), y decido no moverme. Lo mejor es seguir durmiendo o hacerme la dormida. Y eso hago. Una de las iguanas me pasó por encima, y como una hora y pico después (que no dormí, clarín) una, la de la izquierda se va, tranquilita, con el pasito mexicano, sin prisas, moviendo caderas, tan linda ella, y aprovecho para otear el piso. Nada. Horizonte despejado a babor, a estribor sigue la otra que decide también bajarse de la cama, pero eso sí, cuando se le pegó la gana.

Despacito tomo el teléfono, llamo al de recepción, y le digo, oiga caballero, me haría el favor de subir que tengo unas cuantas visitadoras con cresta y de lengua larga que se llegaron a cantarme las mañanitas, y al poco, llega el tipo, y empieza a a dar palmas como un palmero desquiciado en la Feria de Sevilla. Empieza a reirse como loco, y me dice, güera, güerita, y empieza a cantarme "La Iguana", ¿cómo lo ven?

Y como no, como no me va a gustar tanto México, cuando la vida por allá tiene un precio que no vale nada. Y que a una le hace lo que el viento a Juárez, y se dice que la vida es para vivirla, no más.

Desayunando sopes en La Blanca (D.F) antes de la reforma que hicieron a la cafetería de la vaquita.

MÉXiCO y yo LA IGUANA  (2)

Serie, El año de la Iguana.

Y si pasan por el DF, no dejen de desayunarse allí, se ubica en la Avenida 5 de Mayo, 40.

Este fue uno de mis cuarteles generales, junto con otro en Coyoacán y otros muchos más.

MÉXiCO y yo LA IGUANA  (2)


De la serie México y yo (1) pinchen acá: Veracruz y el danzón.

Y epa, vamos a sacar lo negro!!


Y que corra la tequila, que hasta verán pasar alguna iguana ;-)


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