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Mi doula, mi amiga

Publicado el 02 enero 2014 por Esthercollado
Mi doula, mi amiga
Esta es MI experiencia. Con esto quiero decir que este fue mi parto y no todos los partos son iguales ni todas tenéis que compartir lo que, para MÍ, significa un parto respetado, digno y natural.
Aprovecho y os enlazo los partos de mis otros hijos antes de hablaros del de Sofia.El parto de Gonzalo, el parto de Jimena y el parto de Mateo.
Mi doula, mi amiga
Como ya os conté en el post donde hablaba del parto de Jimena (enlazado arriba), su parto fue un respiro después del parto tan frustrado que tuve con Gonzalo. Después de el parto de Jimena y, durante el embarazo de Mateo, intenté convencer a mi marido para poder parir en casa. Él no bajó del burro y yo me frustré por no poder parir como a mi me hubiera gustado, pese a eso, el parto de Mateo fue un momento mágico. 
Con Sofia no comenté nada sobre dar a luz en casa, pero si manifesté mis ganas de seguir mi embarazo con una doula. 
Supongo que la mayoría sabéis qué funciones tiene una doula. Una doula es la encargada de hacer el seguimiento del embarazo, del parto (tanto en casa, en una casa de nacimientos o bien en casa) y del post parto y los primeros días del bebé.
M se presentó en mi casa a la semana de contactar con ella. Habíamos quedado y al principió pensé que sería un poco cortada (siempre cuesta abrirse a alguien nuevo) pero con M todo era distinto. M se presentó ante mí y desde el minuto uno me dio una confianza que nunca había sentido con nadie a primera vista. Supe que el camino con ella iba a ser entretenido. M me acompañaba a cada visita con el ginecólogo, a cada ecografía y, además, a partir del tercer trimestre se pasaba muchas tardes en casa enseñándome algunas cosas de las que yo no tenía ni idea.
En el momento del parto M preguntó si quería que asistiera. Yo, por aquel entonces, ya la consideraba como de mi familia. M ha sido una persona muy importante para mi en el embarazo de Sofia (tanto es así que es su madrina), es la que me abrió los ojos, la que me enseñó que el parto no es dolor, es vida y familia.
Cuando ingresé en el hospital, ya habíamos hecho un trabajo previo en casa. Había pasado casi toda la dilatación allí (llegué al hospital de 7 cm). Mis hijos estuvieron presentes en todo el proceso de dilatación, en mis gritos, en mis lloros, en mis momentos de tranquilidad, en mis baños, en mis botes encima de la pelota, en mis paseos arriba y abajo del pasillo... Algo que me parecía tan fuerte como para que viviera un niño, M hizo que fuera natural. Mis hijos sabían en todo momento que mamá iba a tener un bebé, ese bebé que era su hermanita.
Al llegar al hospital, tanto mi marido como M pudieron entrar a la sala de partos. M cantaba y yo empujaba. Entre cantos llegó Sofia, cogida y puesta en mi pecho por su padre y, posteriormente, arropada por M y entregada a la matrona que atendió mi parto junto a M.
Desde el principio tuve la fiel intuición que este parto superaría todos los demás gracias a una doula a la que hoy tengo suerte de llamar amiga. ¡¡¡¡Gracias M!!!!

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