Publicado el 02 septiembre 2016 por 50palabras
@50palabras_
—Péiname otra vez, mi mamita —me pedía caprichosa. Despacito trenzaba sus ralos cabellos. —Píntame los labios—. ¡Como siempre, tan coqueta! A veces, deliraba. Sentada en la cama, Rosaura gemía. —Mamá, que venga mamá—. Se agarraba a la sábana, desolada. Me parecía mentira, cien años cumpliría mañana, y todavía la necesitaba.