Revista Talentos

Mi vida

Publicado el 30 julio 2015 por Isabel Topham
Puede resultar un tanto irónico, pero nunca sé en dónde he puesto las cosas. Ni tampoco mi vida.Quizá, esté encima del escritorio. Junto a todo aquel montón de ropa sucia que he dejado por ahí, los apuntes recopilados unos encima de otro y por lo que se caracteriza cualquier estudiante. Quizá, esté en mi mesilla de noche. Junto a las fotos que guardo como recuerdos, tanto de personas como momentos en concreto y aún estando rematadamente mal, me sacan una sonrisa; y los versos que tengo a medio escribir cuando no soy capaz de conciliar el sueño en una de esas noches en las cuales mi única compañía es el insomnio.Llámalo insomnio, que yo siempre lo recordaré por tu nombre.Quizá, ni siquiera esté en ningún lugar físico de mi cuarto, y lo esté buscando a lo tonto. Quizá, esté en este verso que no sé cómo termina, ni tampoco sé si acabarlo, y que por no terminar ni escribo el punto final a modo de esperarteSiempre dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y precisamente es lo único que me queda. ¿No me voy a arriesgar?También, puede ser que la esté buscando en los lugares equivocados.O, simplemente, tenga que salir de mi zona de confort. En esos "te echo de menos" que tanto he susurrado incluso cuando estoy yo sola, para convencerme de que estabas ahí.Y no darme por vencida.En todas esas bocas que he besado, pero nunca me sabían a ti.Ni siquiera, porque quise. Simplemente, para recordar cómo era.Para recordar cómo eratu voz,tu piel,tu aroma,tu pelo,tu cuerpoy cien cosas más que no me apetece nombrar ahora.
Y que, desesperadamente, te he llegado a buscar en vasos con sabor a ginebra y en alguna que otra bocanada de humo. Tan sólo por recordarte.
Créeme que no tengo solución.Que la he buscado por todas partes, y no la encuentro.Que tengo un problema de los grandes. Y si no es así, no sé qué hago escribiendo desde el móvil. Mirando.Y esperando con ansias que vuelvas a aparecer.Desesperándome por volver a sentir las mariposas, los nervios y… a ti, mientras me muerdo el labio, hasta sangrar, y que seas tú quien me beba en noches como la de hoy. O la de mañana. O la de pasado.La verdad, no me importa el día. Ni nunca me ha importado. Tan sólo me importabas tú. Y ahora.Y ya no estás.Y yo no estoy.
Esta vez, no es una de esas veces en las que mi madre lo encuentro con sólo mirar a un lado y a otro. Esta vez, ni mi madre sabe dónde está.Porque, para encontrarla, antes tiene que estar aquí.Porque, para encontrarla, necesito buscarte.Porque, mi vida eres tú.
Desde el día en el que te fuiste y diste un portazo en la puerta a modo de despedida, con lágrimas en los ojos y sin saber que ya no nos volveríamos a ver. Desde aquel momento, sigo llorando por ti.
Como único recuerdo.
Sin motivo.Y por eso, tengo un grave olvido, y gran problema, nunca sé en dónde he dejado las cosas.Y menos, esta vez.

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