Revista Literatura

Milonga para facundo viejo

Publicado el 01 julio 2017 por Fdh

Sentado sobre el umbral que no deja entrar lo nuevo, mira lo que en el final de la calle ya no es pueblo.
No le oculta el pastizal de sombras eso que ve; la memoria es un percal que cubre el hoy con ayer.
Por ahí volvió una tarde, con el tono grave y lento, de buscar lo que ya tarde supo que era solo viento.
El azar que es uno y vario, pero también pa’ todos, le mostró lo que el rosario no enseña con sus modos.
Gente, ciudades y luces, caminos y un largo erial, la vida tenía esas cruces que no sirven pa’ rezar.
La guitarra era su mano, su voz y su corazón, con ella cruzó ese llano que es la vida en cerrazón.
Cantó como supo y quiso, habló como supo ser; como la selva al principio, como la puna al volver.
Una vez le preguntaron qué busca con el cantar. ¿Riqueza? preguntó alguno. ¿Prestigio? le dijo aquel. ¿Mañana? adivinó uno. Mi nombre, contestó él.

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