Revista Literatura

MiniCuento XXIV: Salto base

Publicado el 16 abril 2014 por Anilibro @anilibro

La aventura nos puede llevar a lugares increíbles. En el futuro se abrirán los límites hasta cuotas insospechadas. En este MiniCuento se ve una visión de lo que podría ser normal en unos ¿siglos?.

MiniCuento XXIV: Salto base

La medición por láser de la altura del abismo, desde el punto en que se encontraba, había sido de 1342,34 metros. Apenas se podía distinguir el agua del río que discurría por el fondo del cañón. Se encontraban en la época de sequía, por lo que el cauce no ocupaba la totalidad de la anchura del desfiladero. Los dos soles del planeta Kishort se encontraban equidistantes uno del otro, uno en descenso, el otro emprendiendo su cénit. Era el momento del día en que más luz quedaba al fondo del cañón.

Se acercó al borde y observó la atrayente caída, apenas se podía distinguir las pequeñas barcazas que surcaban el río. El viento que corría por la oquedad terrestre era considerable, fruto de la canalización de este a lo largo de sus más de doscientos kilómetros. Se alejó unos diez metros del precipicio antes de darse de nuevo la vuelta. Se ajustó los audífonos, antes de cubrirlos con las prótesis de silicona. Se colocó el casco, el traje de bioneopreno y las gafas de carbono. Sonrió. Levantó un pulgar al monitor de la pasarela, que hizo lo propio. Corrió todo lo que pudo, y en el último momento saltó al vacío.

Ya en el aire, el precipicio parecía mayor que desde tierra firme. Mantuvo los brazos pegados al cuerpo y las piernas juntas para aumentar la velocidad de la caída. Pasados unos segundos, abrió lentamente las extremidades para desplegar las alas de murciélago de kevlar y subtitanio adosadas al traje y planear siguiendo el curso del río. La fuerza del viento redujo drásticamente la velocidad de desplome. Inclinó el cuerpo para posicionarse cerca del centro del desfiladero. Si aprovechaba la corriente y la conseguía controlar con los minipropulsores que llevaba adosados al torso, sumado a la ligeramente menor gravedad del planeta, podría conseguir alargar la caída cerca de media hora. Recorrería unos cincuenta o sesenta kilómetros antes de llegar a la altura de seguridad y abrir el paracaídas. Iba a disfrutar cada segundo.

FIN

Nos leemos en el siguiente capítulo.

Compartir


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas