Revista Talentos

Monólogo: el cambio de hora

Publicado el 08 noviembre 2016 por Espe85

EL CAMBIO DE HORA.
Todos sabemos que un par de veces al año por obra y gracia de que a alguien le dio la gana nos cambian la hora para ahorrar energía.  No teníamos bastante con la depresión otoñal después del verano, que encima nos alteran el reloj y nos dejan como pájaro sin cabeza. Lo justifican diciendo que así ahorramos energía y no nos cargamos un planeta que destruimos cada día a pasos agigantados. Dicen que al amanecer antes consumimos menos energía.... Y todos pensamos, si amanece antes,  anochece antes, lo que no consumimos por la mañana ya lo consumimos por la tarde, porque a las seis de la tarde o tienes todas las luces encendidas o no ves un pimiento. Bueno pues eso lo pensamos todos menos los que tienen que cambiar la hora, que se ve que pusieron a los más listos de la clase. Yo creo que lo hacen para agilipollarnos y que no nos enteremos de nada,  así con las alteraciones que nos provoca el cambio de hora siguen haciendo lo que quieren un ratito más... Y si no mirad que día envistieron al presidente del gobierno... Ahí lo dejo. Este cambio de hora de Octubre llega en el peor momento, justo cuando estás empezando a superar la depresión post – vacacional, y la melancolía porque se ha terminado el verano se está difuminando, nos cambian la hora, nos alteran los biorritmos y nos dejan jodidos para otros quince días.
El día que cambian la hora, sábado para ser concretos, y así te joden el fin de semana, si tienes más de treinta piensas: una hora más para dormir y si tienes menos de treinta piensas: Una hora más de fiesta... Pero al día siguiente, cuando a las seis de la tarde es de noche y encima es casi invierno y domingo por la tarde, con lo que eso deprime, se te quita el optimismo y comienza la confusión horaria. 
De pronto por la mañana te despiertas antes, justo una hora antes, la que te han bailado... Y eso da mucho, pero mucho coraje, porque no ha sonado el despertador, pero ya no te va a dar tiempo a dormirte otra vez,  y si a esto le sumas que es lunes.... La mala leche no se te pasa hasta el viernes. Por las tardes sales de trabajar siendo completamente de noche, con la depresión que provoca eso y que no la alivia ni el “prozac”, todas tus ganas de hacer actividades después del trabajo se han quedado tan oscuras como la noche prematura que te has encontrado nada más salir... Y esto solo es el comienzo de un largo, frío y oscuro invierno. Si esta mezcla explosiva la unes a tu alteración horaria, ese primer lunes se convierte en uno de los días más horrorosos y odiosos del año.
La única salvación que tiene todo esto, o mejor dicho, alivio más que salvación, porque remedio no tiene, es que este cambio de hora coincida con el puente de todos los santos, así por lo menos tienes unos días de adaptación con la nueva hora antes de volver a tu rutina diaria... Aunque ya aviso, que más tarde o más temprano, el primer día jode igual.
Lo más divertido es que este proceso se reproduce cada seis meses, para que te pases medio año intentando saber en qué hora vives.  ¿Y sabéis porque se repite cada seis meses? No,  no es por los cambios de estación, por la rotación de la tierra o por los ciclos lunares o solares,  es porque es el tiempo que tardamos en cambiar la hora de todos los relojes, incluido el del coche que es con el que más tardas. ¡Cómo pueden poner tan enrevesado en un coche el cambio de la hora de un reloj! Al final no lo cambias, no te compensa el tiempo que tardas en buscar donde está y aprender cómo se hace, con el tiempo que vas a disfrutar los frutos de ese esfuerzo. Así que yo, y seguro que muchos de vosotros también, nos pasamos seis meses mirando al reloj del coche y pensando en Canarias, en Canarias para restarle una hora y saber en qué hora vivimos. ¡Vamos! que repasamos las restas más que cuando estábamos en primaria.
En fin.... ¿Tanto trabajo costaba dejar a la naturaleza que siguiera su curso?, y de paso, dejar a los relojes quietos, en su sitio, en su hora, que es donde deben estar, y así no jodernos al resto de la población española. Que por si no se han dado cuenta, es más fácil dejar las horas sin cambiar, que todo el ajuste que hay que hacer para organizarse con el nuevo horario, y que se justifica con una disminución del consumo de energía, que yo más bien diría una traslación en el consumo de energía, de la mañana a la noche. Pero estas cosas mientras las sigamos viendo todos menos quien decide cambiarlas, bien porque no vive en la realidad o bien por el mundo le importa poco, seguiremos en esto, como en todo, sufriendo las consecuencias de las decisiones que toman otros desconocedores de la realidad a la que sus decisiones afectan.
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