Permanecerán los cuentos completos de Beatrix Potter, preciosamente ilustrados y con una encuadernación digna de envejecer hasta el fin de los tiempos. Quedarán los libros que huelen a cultura, cuyo tacto sedoso coquetee con nuestros dedos. Siempre tendremos lo bueno.
Pero el libro de bolsillo, de papel barato y letra apretada, más caros y peores que los libros electrónicos, esos pasarán, y será bueno.
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