Revista Diario

Mujeres y hombres y viceversa, un título mucho más que incoherente

Publicado el 04 junio 2012 por Pamcificocean @PamcificOcean
Hace no mucho recibí vía red social (me abstengo de decir cuál)una serie de mensajes en los cuales un usuario se dirigía a mí – supongo que por error – en unos términos muy lejos de lo que el sentido común considera inteligente, coherente y elegante. Este individuo, que resumía la esencia de su persona en la palabraguapo- índice inequívoco de su grado de desarrollo cognitivo -, se autodenominabarey de la televisión, más concretamente deMYHYV, abreviatura del programaMujeres y hombres y viceversa, del que yo me sirvo – todo en esta vida puede llegar a ser útil – para señalar a mis alumnos menores – muchos de ellos fans empedernidos del espacio – comportamientos que se han de evitar en lo posible.

Llegué a la conclusión, como cualquier persona en mi lugar - de que este “rey de la televisión”, de cuya identidad no tengo la menor idea, se había abierto una cuenta en esta red social para, desde el anonimato, increpar con muy poco ingenio y sutileza a los internautas de opiniones contrarias a las suyas, cosa tan cobarde como miserable y que habla por sí sola de la calidad humana de este individuo. Poco me importa, sinceramente, quién haya sido ni las lindezas carentes de fundamento con que me ha obsequiado - hecho que todavía no entiendo -, pero quiero agradecerle, eso sí, el que se haya tomado tantas molestias dedicándome tantos minutos de su tiempo, pues ello me ha motivado a escribir este artículo sobre el programa, con el que inauguraré, espero, una larga serie de ellos, que por supuesto tocarán otros temas. A Dios gracias, y a diferencia depersonajescomo el que se esconde tras este sujeto, mi vida profesional, social y personal no depende deMYHYV. Todos, unos más y otros quizá menos, hemos oído hablar alguna vez del programa Mujeres y hombres y viceversa (MyHyV), que lleva emitiéndose en Telecinco desde el 9 de junio de 2008.Teóricamente, se trata de un espacio en el que, valga la redundancia, mujeres y hombres interaccionan con el objetivo de encontrar el amor. Dicho así, no parece que pueda objetársele nada, antes bien cabría felicitar e incluso dar las gracias a quien creó esta forma de facilitar al ser humano la consecución de este fin que – seamos sinceros – todos anhelamos alcanzar. Sin embargo, el tipo de protagonistas, de métodos empleados, de reglas establecidas y otras características inherentes al programa, parecen, cuando menos, bastante incompatibles con el fin de un programa que lleva por bandera el amor… El amor… no sé a qué… En fin, dejaré este asunto para otra ocasión – elconcurso, mejor designado así, me hará “parir” seguramente para varios posts –. No quiero desviarme ahora de la intención que me guía al escribir este artículo, que no es otra que evidenciar la primera de las incoherencias del programa: el mismo título. Lo términosmujeres y hombres, de una parte, yviceversa, de otra, son incoherentes con la realidad que han sido obligados a designar. Estos vocablos aluden, sin duda, a conceptos cuyos significados no acierta a comprender el equipo de profesionales – no quiero poner en duda su competencia – que está detrás de esta tramoya televisiva de la que hoy os hablo. Vayamos por partes, y comencemos fijándonos en que el título hace referencia a mujeres y hombres, cuando - tal como he deducido tras numerosas visualizaciones del programa a mis espaldas – los efectivos y potenciales participantes de este show tenían, tienen o han de tener una edad comprendida entre los 18 – a Dios gracias no se acepta a menores – y el número límite de años en que cuerpo, rostro y demás cualidades físicas conserven todavía íntegras su lozanía y plenitud, hecho que varía de individuo a individuo. Es, entonces, evidente que tal intervalo no incluye a todos los hombres y mujeres, sino a aquellos por debajo del inicio de su edad madura; en otras palabras, chicos y chicas, o chavales y chavalas, o incluso, en la mayor parte de los casos, niños y niñas; no mujeres y hombres definidos, que, aunque no sepan lo que quieren – casi nadie lo sabemos – al menos sí sean conscientes de lo que no desean en sus vidas. Pero todavía no queda ahí la cosa, no todos los integrantes del tramo vital especificado tienen el mismo derecho a ser admitidos en el espacio televisivo, por lo visto hay que pasar uncasting,una especie de oposición, para encontrar el amor. Tienen más posibilidades de encontrar a su media naranja en el programa los que respondan a los siguientes perfiles: - Jóvenes cuyas características físicas se ajusten al canon que el programa difunde como estético – lo cual es más que discutible – y que hagan, además, exhibicionismo de ellas (dato muy importante este último). - Aquellos que – por el motivo que fuere (modales, indumentaria, dicción…) – sean un blanco fácil para el escarnio, la mofa y la burla. - Los chicos y chicas a los que no les importe ponerse en ridículo en público; y es que loscastingsy los programas se convierten muchas veces en una especie de Tú sí que vales improvisado: los invitan a bailar, a cantar e incluso a hacer malabarismos… “Requisitos, obviamente, indispensables para encontrar el amor” –. Vamos, lo que tiempo atrás, en los palacios se conocía con el nombre de bufón. - Y, por último, los individuos en los que tiene lugar una conjunción de los tres perfiles anteriores, muy frecuente, dicho sea de paso, en MyHyV. Al parecer no tienen muy en cuenta cualidades como la cultura, la inteligencia, los valores morales o el sentido común, aunque – siendo justa – tampoco puedo afirmar que rechacen explícitamente a la gente dotada de estas características. Es un alivio saber que mis posibilidades de participar en el programa – en el remoto caso de postularme como candidata – serían prácticamente nulas, tanto por considerarme fuera de los perfiles descritos como por el hecho de que éstos no coinciden con lo que yo espero de una persona. Pero no nos desviemos del tema que nos ocupa y analicemos ahora la segunda de las incoherencias entre la dinámica del programa y el nombre que lleva por título: el términoviceversa. El adverbio, procedente del latín (vice versa), señala orden inverso de dos elementos puestos en relación. Lo vemos de forma más gráfica con el siguiente ejemplo:Es fácil confundir un hongo venenoso con uno comestible y viceversa, que viene a significar que también sería posible la confusión al revés. En el caso que nos ocupa, el empleo del vocablo se sustenta, al parecer, en el funcionamiento del programa, basado en una doble dinámica que ellos interpretan de forma errónea como recíproca o de orden inverso: por un lado, un chico (eltronista) elige entre varias chicas que se postulan comopretendientasy, por otro, es una chica (latronista) la que escoge entre varios chicos que vienen a pretenderla. En este “por un lado” y “por el otro” reside el error ontológico, pues se trata de dos procesos que discurren paralelamente sin relación alguna entre ellos (la evolución deltronistacon suspretendientasy la trayectoria de latronistacon sus pretendientes). No es posible, por tanto, la inversión de ambos; de hecho, no existe conexión entre los participantes de una y otra escisión, sino que éstos generan historias independientes. Habrá muchos – o pocos, no sé cuanta gente, sobre todo si se trata deviceversines, habrá entendido el razonamiento anterior – que justifiquen la adscripción del término al reality basándose en el tipo de relación que se establece entre los protagonistas de cada vertiente, es decir, en la relación entretronistayaspirantes. Tampoco se sostiene entonces la inversión o, en todo caso, resultaría una inversión en desigualdad de condiciones, pues no se trata de unyo te conquisto a ti y viceversa, sino en unyo te conquisto a ti y tú te dejas conquistar por mí y por otras/os, lo cual, a la vista está, resulta bastante injusto rozando lo humillante, en lo que toca, obviamente, a los pretendientes. No creo que se me pueda acusar de hablar mal delMyHyV, simplemente me he limitado a realizar unas observaciones categóricamente objetivas. Lo digo por si alguien me reprocha el hecho de seguir el programa, lo cual no he tenido reparos en reconocer durante mi discurso, pero es que, de otra forma, no estaría en condiciones de opinar. Sería un atrevimiento criticar lo que no conozco. Un cordial saludo al equipo, protagonistas, fans, críticos y detractores deNiños y niñas y… no sé quéMujeres y hombres y viceversa, un título mucho más que incoherente


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