Revista Literatura

No es todo oro lo que reluce

Publicado el 18 febrero 2012 por House

La edición digital de cierto periódico aragonés recoge, entre sus titulares más «in», la noticia de que el jefe de gabinete de cierto consejero del gobierno autónomo ha sido cesado fulminantemente tras ser detenido el pasado martes y puesto en libertad con cargos por presunta posesión de pornografía infantil.
Así de entrada, podríamos decir que los responsables autonómicos obraron correctamente ante tal situación. Nuestros mayores dicen que en todo potaje siempre hay un garbanzo negro, y no les falta razón. El chapapote azulón con tintes gürtelianos se extendió hasta las orillas del Ebro. Eso no significa que el susodicho, irlandés para más señas, esté acusado del mismo delito que sus correligionarios valencianos. Pero sea como fuere, lo cierto es que también en Aragón se respiran olores a corruptelas. Y eso no es bueno ni para la región, dado que quedará ya tildará por este caso de descrédito; ni para sus ilustrados próceres, que han visto cómo en su propia casa también tienen garbanzos negros; ni lógicamente para sus votantes, que han comprobado que después de otorgar su confianza al PP aragonés, éste no escapa a la realidad de sus convecinos valencianos o madrileños. 
El Gobierno de Aragón ha obrado con sensatez poniendo de patitas en la calle al irlandés. Y eso, en el fondo y en la forma, también es verdad que le confiere un matiz de honradez a la que escapan otras comunidades autónomas, pero la verdad es que este botón de muestra significa que en casa de Rajoy no es todo oro lo que reluce. En la campaña electoral se les llenó la boca de acusaciones hacia el PSOE por los chiringuitos y dedocracia que habían plantado en sus alrededores, pero el tiempo demuestra aquella famosa frase de Jesucristo: «Quién este libre de pecado, que tire la primera piedra».
Al hilo de esto me acuerdo de otra frase de un autor aragonés que tiene como norma no parar quieto en ningún lugar del mundo que, al paso que va, le va a resultar pequeño. Solía decir, y supongo que aún mantendrá la teoría, de que «el escritor tiene que ser humilde antes que la vida le obligue a ello». Extrapolemos esa frase. El ser humano tiene que ser humilde, antes de que la sociedad le obligue a serlo de verdad. Nadie puede creerse más de lo que realmente la vida le ha dado, y desgraciadamente, si miramos en nuestro entorno, comprobaremos hasta qué punto hay gente que se creen divinos, perfectos, con unas habilidades profesionales y personales que tienen que cotizar en el Ibex 35. Venga ya. Un poquito de humildad, por favor. De lo contrario, habrá que desempolvar el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados y recordar al genuino José Antonio Labordeta dirigiéndose desde el hemiciclo al entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar. 
Ciertamente. El caso del irlandés, permítanme que lo defina así, me recuerda otros mucho más próximos. No se puede ir por la vida vistiendo galas de divinos y excelsos, máxime en una época en la prudencia, la sencillez, la solidaridad y el sentido común son elementos más que imprescindibles para combatir una época de recesión, apatía e indiferencia. Pueden venir mal dadas. Nadie está libre, y es en ese momento, cuando el ser humano se empapará más conscientemente del sentimiento de soledad, porque los que teníamos a nuestro lado han huido, dejándonos, cómo dice el dicho, «solos ante el peligro». Nuestro ego estúpido los espantó. Seamos humildes, no pretendamos abarcar más de lo que podemos ni sembrar en campos ajenos que, en el futuro, no podremos recoger. Prudencia y sentido común son nuestras armas. Casos como el del irlandés los encontramos a patatas en diferentes estratos de nuestra vida. A veces, una retirada a tiempo, un descenso en paracaídas y un regreso a la vida, vale mucho más que seguir en un país como el de Alicia. 
No es oro todo lo que reluce en el Partido Popular. Tampoco en el Partido Socialista. Nadie se llame a engaños. Nadie es perfecto, pero a la vez nadie es corrupto de nacimiento.
Mi madre, como todas sus contemporáneas, es sabia. Suele decir que ni soy tan bueno como yo me creo, ni tan cruel como dicen mis enemigos. En esta vida todo tiene un péndulo sobre el que moverse, y el equilibrio es el mejor bastión sobre el que sujetarse. La frase de mi madre se puede aplicar a la política, a la economía, a la cultura, a los negocios, a nuestro dia a día. No se trata de bondad o maldad; así no se puede diferenciar al ser humano. Hay que diferenciarlo por su forma de ser y de actuar. A veces no logramos entender el comportamiento ajeno que, seguramente a los ojos de nuestro recto proceder, es inexacto e incorrecto. Lo que no nos damos cuenta es que cuando otros actúan de diferente forma que nosotros, ellos están actuando según su forma de ser y de pensar. O sea, vivimos en un mundo y en una sociedad en la que hay, podríamos decir, tantas formas de pensar cómo individuos. Eso es enriquecedor, a pesar de que a veces sea motivo de conflicto. Insisto: No es oro todo lo que reluce en el Partido Popular. Tampoco en el Partido Socialista. Aún menos si miramos a nuestro alrededor. Y así nos va, mimando nuestros egos, fobias y filias. De maravilla.

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