No lo cambiaría por nada.

No lo cambiaría por nada.

No niego el miedo y la injusticia. La aprendida sumisión. Los silencios forzados que han hecho al mundo perder tantos tesoros y a nosotras ahogarnos sin saber por qué.

No niego la violencia vivida, la usurpación del cuerpo y de la voz mientras el entorno disimulaba y fingía normalidad.

No niego la rabia crecida de la impotencia. La pena por las que más lo sufren, la culpa que arrastramos y la frustración perpetua de no ser quien debemos ser.

Pero no lo cambiaría por nada, nacería mujer una y otra vez.

Con esta misma voz, este cuerpo, en esta misma posición. La misma, que me obliga a sobreponerme y aprender. A conectar con vosotras, a buscaros y compartir, y entenderlo mejor, juntas.

No cambiaría por nada el proceso, el lugar desde donde empiezo ni lo que vamos a construir.

Ni la fuerza que nos da entender la vida en ciclos. Repetir a la vez que siempre avanzar. Nunca, nunca en el mismo lugar. Único círculo del que no quiero escapar.

No cambiaría por nada la fuerza interna enraizada en el autoconocimiento. Fuerza no siempre evidente desde fuera, pero que es la fuerza más firme e indomable que existe.

La capacidad de volver a ti, centro de vida, para no perderme nunca. El amor que albergas, el placer inagotable y expansivo, sin necesidad de nadie. El tesoro que sale de tus entrañas, aunque no se te aprecie. Capacidad creativa, curativa y regenerativa.

Tan amante de la feminidad auténtica y rebelde como desertora de la que nos han vendido, anuladora y obediente, tergiversada mediante cuentos.

No siempre me gusta el lugar en el que estoy, el dolor y el resentimiento, pero vale tanto la pena el camino.

No lo cambiaría por nada, a pesar del peligro de más que me ha tocado solo por haber nacido mujer. Esa es la gran prueba de la intensidad con la que lo deseo.

Y a nadie culpo de no quererlo y no entenderlo. No quiero envidia ni lástima, que estoy donde quiero estar. El problema no está en mí y nunca lo ha estado, así que no esperes que me desprecie y desista a este absurdo deseo. No esperes nunca que huya de mí.

Porque no, no me cambiaría por nada.