Revista Talentos

Nuestras autoridades y su doble moral

Publicado el 29 octubre 2013 por Perropuka

Nuestras autoridades y su doble moralAy, cómo me conmueven hasta el tuétano cuando en más de una ocasión he visto a las mujeres del Proceso de Cambio -heroínas de cómic contra el machismo todas ellas- saltar a la palestra como fieras heridas cada vez que un legislador, alcalde, gobernador u otro funcionario opositor suelta alguna frase supuestamente sexista o patriarcalista. O, en el mejor de los casos, ponerse a gesticular como si asumieran el dolor de cualquier mujer que haya sido golpeada por su pareja en función pública. Ministras, diputadas, senadoras y sus correspondientes secretarias cerrando filas en torno de una conferencia de prensa es uno de los grandes espectáculos revolucionarios. En esas circunstancias, hasta el aire que les rodea se purifica ante ese corro de la dignidad encarnada.
Eso sí, cuando Su Excelencia, en sus innumerables paseos por su reino plurinacional, haciéndose el bonachón, ha soltado numerosos comentarios hirientes y degradantes que son de conocimiento público, como el dizque galante “¿perforadora o perforada?” que le dedicó a una trabajadora petrolera tiempo atrás; sin embargo, esas guerreras que no sabemos si son valientes o valientas contra todo macho prepotente y maleducado de otro corral, callan súbitamente ante los excesos verbales del jefe de la manada. Ninguna da la cara, y si lo hace es para dar explicaciones pedagógicas o teorizar semánticamente sobre las declaraciones del jefazo. La prensa, la maldita prensa que lo tergiversa todo, hasta los micrófonos. En cualquier caso, eludir la empatía con las afectadas es de manual de sobrevivencia política. Que si no la ira de S.E. es ingobernable. Bien que lo sabe la expresidenta de Diputados, defenestrada hasta el cansancio por atreverse a cuestionar sus decisiones. Que ella sólo estaba reclamando el apego al ordenamiento jurídico como mujer de leyes. Cómo se atreve esta doña, manden a los perros a husmear en su vida privada para que cierre el pico.
Así de florida es la vida institucional en este país. Florida en discursos y ceremonias faranduleras a todo color. Aunque sea cierto que Evo Morales ha llevado más mujeres al Congreso, haya creado más ministerios para igualar la cuota biológica, y haya nombrado a dos mujeres como cabezas del Poder Legislativo; no obstante, el poco peso que estas tienen en las decisiones gubernamentales, corrobora que sólo están allí para adornar la mesa o para colaborar en las tareas funcionales, rutinarias. Todos los ministerios claves están en manos de varones. Que las solemnes presidentas de ambas cámaras hacen aprobar las leyes emanadas desde el Ejecutivo y punto. Que es muy bonito que en este régimen parido por obra y gracia de la Madre Tierra, las leyes para conceder un papel protagónico a la mujer, broten como flores en el campo.  Que se combata desde los curules contra la violencia intrafamiliar y demás lacras de la sociedad podría ruborizar al mismo Dios y toda su sabiduría. Que la ley sea para todos está más cerca de una utopía que la realidad.
De ahí que suena igual de ostentosamente propagandístico que meses atrás se haya promulgado la “Ley Integral contra la Violencia hacia la Mujer”, para supuestamente  arrinconar a todos los machotes que confunden a sus parejas con bolsas de boxeo. País de machitos es este en el que cada día tenemos que desayunar con imágenes de mujeres con el rostro amoratado. Ustedes saben: borracho estaba y no me acuerdo. Y por supuesto, nunca han faltado autoridades de todo nivel para poner el mejor ejemplo. Y en el actual gobierno tenemos a los mejores ejemplares, gallardos gallitos en las lides políticas y con muy buena mano para ejercitar su poder sobre alguna fémina. Bastará con citar algunos casos notorios que se han dado en Cochabamba: un periodista convertido en asambleísta departamental, el exdirector de relaciones internacionales de la Gobernación, un concejal de la ciudad y últimamente un senador de la república,  todos oportunamente denunciados por violencia machista.
Especialmente emblemático resulta el caso del senador Adolfo Mendoza, un espécimen robusto que gusta lucir un coqueto arete en la oreja izquierda no sabemos si por cuestiones ideológicas o para denotar su lado femenino, y que como hombre fuerte del partido, paradójicamente, fue uno de los principales impulsores de esta reciente ley, aunque al poco tiempo incurrió en agresiones físicas y psicológicas contra su esposa, quien le señaló como su “verdugo”, según consta en la demanda de divorcio presentada ante juez competente, acompañada de certificados forenses que establecen varios días de impedimento a la afectada. Como era de esperar, el honorable padre de la patria ha movido sus influencias para echar tierra al asunto. Y las veces que ha sido requerido por la prensa se ha escudado en que atraviesa un proceso de divorcio, y que por lo tanto es de ámbito privado.
Así las cosas, uno esperaba que la presidenta del Senado, en teoría la mujer más poderosa de la nación, condenase enérgicamente los hechos como nos ha demostrado en el caso de un diputado opositor, acusado por idénticas razones, a quien se derivó a la Comisión de Ética del parlamento con la intención de sentar precedente. En contrapartida, al colega senador se le ha brindado un manto de protección, de parte de toda la brigada femenina del partido incluso, repitiendo como una consigna que el divorcio es un tema familiar, íntimo, privado, etc. Aunque los motivos para solicitar ese divorcio estén fundados en episodios de violencia doméstica, tal como reza la denuncia, que ya es de conocimiento público y de cuyos tristes detalles estas distinguidas damas no pueden argüir que no saben nada, si hasta este bloguero se ha enterado fácilmente. ¡Viva la ley del embudo!

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