Revista Talentos

Nuevos recuerdos

Publicado el 29 diciembre 2017 por Aidadelpozo

Paseábamos cogidos de la mano por la ladera de un río. Me llevó a ese lugar porque deseaba que lo descubriera. Sin duda, era un sitio idílico. Se respiraba paz, olía a hierba fresca y el trinar de los pájaros, tan poco oído en la urbe, invitaba a la ensoñación. Sin embargo, mientras me hablaba de las cabañas que había a un par de kilómetros, de su chimenea y de lo romántico que me iba a parecer, solté su mano y le miré fijamente. Se quedó extrañado y preguntó si aquello no me parecía mágico. Entonces, puse gesto pensativo y comencé a hablar, sin dejar de mirarle a los ojos.

-Quiero lugares mágicos para ambos. En este ya has estado con otra mujer. Es muy bonito, lo reconozco, pero yo quiero hacer recuerdos nuestros y olores nuevos. Quiero recorrer las calles de... dime un lugar en que no hayas estado.

-Laura, no te entiendo... no te he traido aquí porque antes estuviese con otra mujer, sino porque deseaba que lo conocieras.

-Vamos, vamos, un lugar.

-Soria.

-¿Soria? ¡Perfecto, porque no conozco Soria! Quiero nuevos recuerdos, que los momentos que pasandomos juntos sean únicos y nuestros. Recalco "nuestros" porque no quiero compararte ni que tú me compares con ninguna. Quiero que descubramos juntos un cóctel, no algo que yo tomé con otro ni tú con otra. Probemos un destornillador en un pub de Palencia.

-Te meteré mano en ese pub palentino.

-¿Dos dedos?

-Eres la hostia.

-Y tú un mamón. No hay cabaña, decidido.

-¿Y dónde pasaremos la noche?

Acabamos follando en un alejado camino a tomar por saco del río, de las cabañas y de los recuerdos que no eran nuestros. Pusimos una manta en el suelo, al abrigo del coche y de un frondoso árbol que se convirtió en testigo de nuestros gemidos. Al amanecer, con un espléndido sol de primavera que nos colmó de rayos que abrigaron nuestra piel desnuda, los pájaros trinaron de un modo diferente. Nuestro sol naciente y nuestro propio trino. El primer recuerdo, que atesoraríamos para siempre nuestra memoria.

Nos vestimos y nos pusimos en camino hacia mi casa. Me dio un beso y nos volvimos a ver el siguiente fin de semana. Celebramos en Palencia que había firmado los papeles de su divorcio. Le conocí después de dar bandazos con amantes varias, cuando comenzó a anhelar más un beso y una caricia que sexo por sexo. Aún casado, solo se planteó divorciarse por mi culpa, bromeó cuando me enseñó la demanda. Entonces supe que yo le importaba de verdad. Y fue entonces cuando quise coleccionar recuerdos con Carlos.

Y aquí estamos, cogidos de la mano por las calles de Palencia, buscando un pub de esos decorados con mobiliario de madera, con sillones como los de antes. Me mira y sé que lo de meterme mano no lo dice en broma. Tampoco yo digo lo de los dos dedos, ni tres... Hemos pasado sobradamente los cuarenta, pero cualquier edad tiene su momento que atesorar. Cualquier rincón, cualquier olor, cualquier canción, cualquier locura puede convertirte en mágicos. Palencia ahora destila magia. Y yo solo pienso en sus dedos...

NUEVOS RECUERDOS

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