Pequeño y diminuto

[Este post pertenece a la blogocampaña contra la pornografía infantil]

Imagínate, por unos minutos, que eres un ser pequeño y diminuto. Podrías perderte en la nada, en la oscuridad desapareces. Sientes que no controlas nada, ni siquiera a ti mismo. Las lágrimas se atropellan en tus ojos, piden a gritos huir por tus mejillas, pálidas y frías, quizás alguna vez fueron rosadas. Una mano retuerce con saña tu alma y tu corazón se encoge, se siente aprisionado en tu pecho.

No tienes escapatoria, estés donde estés.

¿Sientes miedo? No, es más que eso. Es como si te arrancaran la personalidad con una pequeña navaja, a tiritas, lentamente, de forma salvaje. Es más que un dolor psicológico, es la adherencia que no te abandonará, nunca se borrará. Estará ahí, acompañándote como un fiel lazarillo, conduciendo tu vida, llevándote a la locura.

Pero no te vayas aún. ¿Te divierte? ¡Si es sólo un juego! Vamos, un juego de palabras, para que hagas una breve pausa en tu búsqueda de “childlover”. Esfuérzate. Ahora eres la parte pasiva, la que nunca has experimentado. Porque todo se reduce a probar, a descubrir cosas nuevas. ¿Alguna vez has intentado dormir con los pies helados? Qué desagradable sensación. Te pido que no sólo seas un ser diminuto e indefenso, prueba  también a sentirte congelado como un dulce témpano de hielo.

Será entonces cuando un ángel, de esos que tantos buscas, te reviente la cabeza con una mazo de resentimiento, de rabia contenida. Estallas en mil pedazos, y en cada uno de ellos devuelves la inocencia que robaste y que no te pertenece. Pero tu hipotética muerte en este juego no ha acabado. Los que te odiamos guardamos un trocito de ti, y todas las noches te derretimos un poco más, eso sí, con mucho asco.

Si pensabas que tenías que imaginarte que eras pequeño y que desaparecías en la nada, eres más ingenuo de lo que creía. Porque tú eres la oscuridad, y ya no te podrás refugiar más en ella. Muérete, miserable.