Revista Literatura

Perderse y encontrarse

Publicado el 25 enero 2017 por Lachicadelte
Es curioso cómo uno se pierde y se encuentra...
Perderse y encontrarse
Es curioso cómo las dificultades que se van interponiendo en tu camino te van cambiando poco a poco, sin que te des cuenta, hasta el punto que terminas perdiendo de vista tus deseos e inquietudes más primarias, olvidándote de qué viniste a hacer aquí. Y de repente, las nubes se despejan y vuelves a ver claro. Es más o menos lo que me ha pasado a mi.
El reto se me planteó cuando me fui a estudiar fuera. Todo me parecía un mundo. Sé que otras personas están contando las horas para que llegue el momento de irse de casa de sus padres a estudiar a la Universidad, pero no era precisamente mi caso. El miedo a lo que me iba a encontrar, cómo iba gestionar el estar en contacto con gente desconocida, lugares nuevos, calles desconocidas, gente desconocida, costumbres nuevas, hábitos nuevos... Me daba la sensación de que no podría con todo aquello. Por eso, cuando llegó la primera noche allí, ya sabía cuál iba a ser mi plan: tener el contacto justo y necesario con todo aquello que me aterraba. Y así lo hice.
El primer año, durante semanas y semanas solamente salía de casa para ir a la facultad y a la estación de autobuses. Mis salidas al centro de la ciudad solían ser solitarias, con un propósito fijo (hacer algunas compras y poco más) y siempre muy programadas: sabía a dónde iría, qué haría y cuánto tiempo me llevaría. Aunque, en honor a la verdad, me gustaba sentir ese gusanillo que te proporciona estrenar esa reciente libertad en una ciudad nueva, sin tener que dar explicaciones a nadie, rumbo a donde quisiera. Pero siempre estaba ese poso de miedo que hacía que todo me resultara difícil, que saliera sola, o que no me atreviera a decirle a alguien que me acompañara. Y poco a poco, te vas encerrando en tu mundo.
El tiempo se pasó muy rápido... ¡cuatro años! Puede que ayudara el hecho de que me centrara completamente en mis estudios y quedara poco tiempo para otras cosas, el ir y venir a casa prácticamente cada fin de semana, porque también sentía que no debía fallar a mis padres en la mala racha que estaban pasando, ya que para ellos reunirnos una vez a la semana suponía un poquito de oxígeno para afrontar los siguientes días con más fuerzas. Otra persona en mi lugar habría afrontado el miedo, la ansiedad y la soledad de forma más constructiva y más abierta, pero en aquel momento no tenía las herramientas necesarias para hacerlo, o al menos para darme cuenta de lo que debía hacer. No todo fue malo, pero sí recuerdo cuatro años duros, con muchas recompensas, pero difíciles y en cierto modo, vacíos de ciertas cosas que para mí eran importantes. 
Cuando la tormenta pasa, comienza a aturdirte el sonido sordo del silencio; quizá sea ese vacío que ha estado presente durante varios años seguidos, esperando a que le prestaras atención. Llegó el arrepentiemiento por el tiempo perdido, y me pregunté si podría haber hecho las cosas mejor. Pues claro que podría haber hecho mejor las cosas, todo siempre se puede mejorar; el problema es que en aquel momento no tenía los medios para hacerlo. Sobreviví con las armas de las que disponía por aquel entonces, y aunque volviera atrás en el tiempo, no lo haría de otra manera, porque ese aprendizaje era necesario para llegar al punto en el que estoy ahora.
Ahora se abre un capítulo nuevo y bonito, aunque un poco agridulce, siendo consciente de todas las cosas importantes que dejé atrás, y lo mucho que podrían haber mejorado si no las hubiera descuidado, pero con la alegría de saber que ahora tengo el tiempo y las herramientas para retomarlas, además de otras muchas fortalezas que, inevitablemente, se han adherido a mí durante el camino. Esto no me hace sino más fuerte, más capaz de ser dueña de mi vida, más consciente de lo que necesito y de lo que no, de lo que no debo perder bajo ningún concepto, de lo que no me hace bien y debo eliminar de mi vida, de lo que me da fuerzas para seguir, de dónde está el epicentro de todo en mi vida... Este es un capítulo para retomar la ilusión de una manera más consciente. Puede que haya perdido algo de tiempo, pero he ganado mucha fuerza. Aquí estamos para seguir.
(... y termino con una canción que me lleva de vuelta a la realidad.)

¡Nos vemos en el próximo té!

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Lachicadelte ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas