Revista Fotografía

Podíamos haber sido felices

Publicado el 25 febrero 2019 por Atom Cobalto
PODÍAMOS HABER SIDO FELICES
Podíamos haber sido felices. Lo tuvimos todo para serlo y se nos escapó como el niño que quiere retener el agua fresca en su mano. Quizá fue mi culpa, o la tuya. Quizá nunca hubieron culpables sino víctimas. Víctimas de un Destino que creíamos que nos iba a bendecir.
La vida ha decidido abandonarte y hoy estás en el Cielo. En ese cielo que no supimos fabricar en la Tierra y nos castigó con separarnos y querernos en la distancia. Un amor por encima de lo que muchos pueden pensar o sentir. Pero qué nos importa, amor, si en el fondo tú y yo sabemos la verdad.
Acallar los rumores es como intentar parar el caudal de un río con las manos. Es estéril y agotador.
Alguien, no recuerdo quién, me dijo un día que tuviera cuidado con lo que deseaba porque se podía cumplir. Y soñé con estar contigo y tener una vida en común. Creíamos que el Destino nos iba a mimar y sólo consiguió que una nube negra entrara en nuestros corazones llenándolos de lluvia.
Tuvimos que dejarlo, renunciar a nuestros proyectos comunes y hacer vidas paralelas. La condena que nos impuso la Vida por intentar amarnos fue separarnos con el corazón lleno de amor y cariño y, de hecho, fuimos grandes amigos hasta que partiste al Cielo.
Me has dejado una vida llena de tus sonrisas, de tus miradas pícaras, de tu acento dulce y tus mentiras agrias, de tus besos fríos en mi mejilla helada, de tus abrazos eternos sobre mi débil cuerpo que te rechazaba. Aún así, tus besos eran reales, mi mirada era de amor, tus caricias eran dulces y mis abrazos envolvían tu piel.
Era lo blanco, era lo negro. Era el Sí y era el No. Era mi madrugada y tu atardecer. Era el calor que se desquebrajaba con el frío. Y nadie lo entendió. Ni siquiera nosotros.
Tu ausencia está repleta de ti y de mi. De momentos que pudieron ser y no fueron, de escusas y reproches, de amores y de mentiras, de mentiras que duelen y verdades que alivian.
Hoy no hace falta mirar al Cielo. Eres parte de mi, de mi Ying y de mi Yang, de mis sonrisas y mis lágrimas, de mi Fe y de mi escepticismo. Te veo en cada recuerdo, en cada gesto tuyo que hago mio de forma inconsciente, cuando te imito al hablar, cuando recuerdo cómo me mirabas riéndote y me decías que estaba loco. Y era entonces cuando yo era más payaso para poder hacerte reír un minuto más....y llenábamos la habitación de flores, ilusiones y mentiras...hasta que te fuiste un poco después de que yo te echase de mi vida sin darnos cuenta que era demasiado tarde para odiarnos o pasar al olvido. Nos habíamos hecho un hogar en el corazón y ambos habitábamos dentro aunque tuviéramos vidas paralelas.
Y es que nadie muere sin dejar una semilla dentro de alguien al que amó.
                                                                                                       Dedicado a Nika

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