Revista Literatura

Poniéndome al día con el blog/En mitad de la frontera

Publicado el 20 febrero 2012 por Guchi77 @gustavomurillo7

Poniéndome al día con el blog/En mitad de la fronteraHace meses que no posteo nada. Mis garabatos se me deshacen,cuando los tengo en mis manos, como alambre herrumbrado. Tengo en estosmomentos tres proyectos de narraciones que son inequívocas novelas pero solopuedo avanzar sobre ellas milímetro a milímetro, retrocediendo dos o trespalabras ante cada frase tipiada, me preocupa mucho el largo de las frases y elgran, gran, problema de los diálogos en español. Siempre se critica la castraciónde la imaginación, (producida por la España inquisitorial) pero yo creo que laperdida más grave del castellano esta en los diálogos. Y aquí (en “Bermejo”) laúnica literatura que consigue elevarse sobre los juegos mentales y el plagio esla nacida de la oralidad.No vale insistir en que estoy “en crisis” eso en mí es unlugar común y además creo que la prosa en general es una expresión de lastenciones agresivas de la sociedad cristalizadas en el discurso del narrador.No es que me queje de la actividad subversiva en que me he encaminado–escribir- solo aclaro que pude empezar a comunicarme cuando esto incluía lacontrapartida de un silencio subjetivo absoluto.Y me cuesta sostener ese silencio. Hoy debo agradecer que hayagente que ya me leyó y que valoro lo expresado. Pero eso implica un reacomodosísmico de las placas tectónicas de mi sique (o de las cordilleras, puedodecirlo ya que este texto trata de asumirse). Quisiera, antes que nada,agradecer la publicación en La revista que nunca duerme de uno de mis primeros cuentos, Laniña y la tormenta.“La niña y la tormenta” fue escrito a principios del año2009, a un mes del aluvión de barro que destruyó media ciudad de Tartagal (yome fui de allí a fines de diciembre del 2008, el alud ocurrió a mediados delmes de enero del año siguiente). Creo que solo lo leyó mi madre y fue unasuerte porque rezumaba tanta pedantería y resentimiento que lo destruí. Tardéun año en decidirme a reformular la idea. Creo que conseguí hacerlo desde unaperspectiva más humana.  El cuento en sino es demasiado original. Los pobladores de Tartagal sufrieron los campamentosen que los burócratas encargados de sostener su supervivencia se enriquecieron obscenamente.El viejo chaqueño tratado como un objeto, respetado solo mientras se comportasecomo si solo fuera “parte del paisaje”, se eleva a alturas ignoradas gracias alarte de su música. En realidad siempre se supo que hubieron varios muertos enese desastre, solo que gracias al férreo control del estado los cuerpos noaparecieron jamás.Yo vi en ese desastre que aquí podíamos escribir. Que aquídebíamos escribir como única forma de elevarnos del infierno en que día a díaelegimos persistir. Si, han cercado nuestro monte y lo han transformado en unacaldera, en un motor de agonía y desesperanza. El capitalismo ganó rostrohumano y profundidad simbólica. Hoy la desgracia y la discriminación sonmotores simbólicos tan efectivos y masivos como las fábricas inglesas de finesdel siglo XIX.En fin, más allá de digresiones políticas, me enorgullecehaber sido publicado en esa web.También me enorgullece haber sido publicado en papel. El día22 de febrero estaré en Salta junto a otros autores que consiguieron estaoportunidad. Sin ese privilegio hubiese pasado varios años de amansadora ya quela autoedición está completamente fuera de mis posibilidades personales. Yaunque mi calidad narrativa no termina de ayudarme, siento desconfianza haciala política cultural de mi país, un kitsch progresista en el que el dramaexistencial no halla espacio (fíjense en la pobre difusión de Aballay, filmbasado en un excelente relato de Dal Masetto).Volviendo al tema, aun no definí si sostendré el blog connuevos relatos o iré presentando capítulos o si lo transformare en blognovela.Lo concreto es que estoy en el trance de redefinir mi tan preciada vocación denarrar desde el silencio. En pocos días hare una reseña sobre la presentacióncolectiva en Salta en la que, como dije, estoy incluido. Deséenme suerte.

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