Revista Talentos

Pornostar

Publicado el 04 febrero 2015 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
PornostarUna gota de sudor bajaba hasta la camiseta del gordo, las miradas de los muchachos escondían un real envido con 24. El asado ya era huesos grasientos y medio chorizo que sobro, sin embargo el secreto seguía en el aire ¿No sabía Juan Domingo quien era su novia?
El escote con que Mora había asistido a su presentación en sociedad con los muchachos era cuanto menos escandaloso. El código de los bigotes tambaleaba ante semejante demostración de la naturaleza. Juan Domingo, flaquito con la sonrisa de oreja a oreja, mostraba el trofeo ante los incrédulos celos que venían de quienes le decían a su mujer la gorda o la bruja.
La mina se prendió en el rabón, en sus ojos estaba la mentira, mingo era inocente. Si uno de los muchachos, cuando pibes, tiraba una bolsa de basura a una casa el iba y la juntaba para ahorrarle el mal trago a los vecinos. Ma que iba a saber a lo que se dedicaba Mora. El primero que se dio cuenta fue el gordo, después se lo pasó por señas al cabeza que al principio creyó que tenía el 7 de oro.
Domingo hacía chistes, estaba un poco pistola, lo cual se permite la primera vez que alguien trae a la novia. Nadie le retrucó nada, ni le tiraron con muertos del pasado. Nada que ver con ese muchacho medio hipocondrìaco que no quería salir de su casa si había chaparròn o mucho sol.
Para el ultimo pica pica Mora ya sabía que la habían reconocido. Indirectas de borrachos aludiendo a bomberos y mangueras, paraguas y cubanas habían echo mella en la morocha, quien cantó un quiero vale cuatro pidiendo que si nadie iba a decir nada se vayan calladitos al mazo. El ambiente se tensó. 29 iguales. El gordo arremetió a la morocha, mostrá las cartas y nos vamos. La morocha se fue al mazo haciendole comer a  Juan Domingo un tres prometedor y un ancho falso que invitaba  a la mentira. Al enamorado no le intereso, aceptó la derrota porque afortunado en el juego, etc. La noche terminó con calma, algunos se quedaron dormidos, otros se fueron a rematar la suerte en el puterìo de la puerta verde.
Pasó un mes hasta que el clásico asado de los jueves con los muchachos. Un mes de secreteos, de ausencias que suponía colchones gastados. Juan Domingo llegó para cuando sacaban la carne.
-Y la piba
-No funcionó, descubrí un secreto terrible
-No pasa nada Pocho, las minas van y vienen. Cuando se fue al mazo era obvio.
-Sì, como no pude darme cuenta antes de que era radical.
Domingo ganó el rabón,los muchachos callaron lo que sabìan de Mora.  A eso de las cinco fue a la puertita verde, tratò a la mina con cariño y respeto como hacen los hombres del conurbano.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Pablo Ferreiro 329 veces
compartido
ver su blog

Sus últimos artículos

Dossier Paperblog

Revista